Librerías y editoriales vendieron más de 75 millones de pesos durante los 10 días del evento, que reunió a autores y lectores en la Plaza de la Cultura.
La Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2025 (FILSD 2025) cerró sus puertas con una energía que aún flota en el aire de la Plaza de la Cultura. Diez días bastaron para que el país volviera a confirmar su amor por los libros y las historias, con una asistencia que superó los 700 mil visitantes y ventas superiores a los 75 millones de pesos, un incremento de más del 30% con respecto al año anterior.
La feria, que cada año se consolida como el evento literario más importante de la República Dominicana y del Caribe, desbordó entusiasmo, participación y una oferta cultural tan amplia como diversa. Durante el acto de clausura, el ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, anunció que la próxima edición —la número 28— se celebrará del 24 de septiembre al 4 de octubre de 2026, reafirmando el compromiso institucional de fortalecer el sector editorial y fomentar la lectura en todo el país.
“Esta feria es el reflejo de una nación que cree en la cultura, en sus autores y en la palabra escrita”, expresó Salcedo, visiblemente emocionado durante el acto de cierre en el Auditorio Juan Bosch de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Una fiesta de letras y creatividad
En total, la FILSD 2025 reunió 650 actividades entre conferencias, charlas, presentaciones de libros, coloquios, recitales, talleres, proyecciones cinematográficas y obras teatrales. Cada rincón de la Plaza de la Cultura se transformó en un punto de encuentro para autores, editores, libreros, gestores culturales y lectores de todas las edades.
El país entero se hizo presente a través del programa Multiplicando Letras, que congregó a 68 gestores y talleristas de 30 provincias en más de 120 actividades formativas. Paralelamente, la Sala de Negocios celebró 93 reuniones profesionales con 29 editoriales internacionales de siete países, fortaleciendo la industria editorial dominicana y creando puentes con mercados externos.
La niñez en el centro
Dedicada a la literatura infantil, esta edición se propuso sembrar la semilla de la lectura desde la infancia. En el Pabellón Infantil se celebraron más de 70 actividades, entre cuentacuentos, talleres y experiencias educativas, que llenaron de risas y curiosidad los pasillos del recinto.
Además, gracias al programa Bono Libro, el Ministerio de Cultura distribuyó 11,045 ejemplares gratuitos a estudiantes, reafirmando el compromiso de democratizar el acceso a la lectura.
Un homenaje a la historia y la identidad
El historiador Frank Moya Pons, autor homenajeado de esta edición, fue celebrado con emotivos encuentros y presentaciones. Su obra La otra historia, publicada por la Editora Nacional, fue la más vendida del catálogo institucional.
La feria también tuvo a la Red de Ferias y Festivales Literarios de Latinoamérica como invitada de honor, destacando el espíritu de integración cultural que ha caracterizado al evento en los últimos años.
Los libros que más conquistaron al público
Entre los títulos más demandados destacó “Boss”, de Eva Muñoz, quien firmó más de 1,500 ejemplares en un acto multitudinario sin precedentes. La autora, convertida en fenómeno entre los jóvenes lectores, simboliza el relevo literario y el poder de las redes en el nuevo consumo editorial.
Una experiencia que trasciende
Cinco pabellones de exhibición, otros cinco temáticos, siete auditorios y espacios como el Oasis Lúdico, la III Feria de Libros Antiguos y de Ocasión y el área dedicada al cómic y la bibliodiversidad conformaron una feria vibrante y plural, que abrazó tanto al lector casual como al profesional del libro.
“Más que una feria, ha sido una celebración del conocimiento y la identidad dominicana”, destacó el viceministro Pastor de Moya durante su discurso de cierre.
La Feria Internacional del Libro Santo Domingo, certificada como Marca País República Dominicana desde 2023, se reafirma así como una plataforma de integración cultural y un referente regional de la industria creativa.
Este año, más que nunca, dejó claro que la palabra sigue viva —y que en cada lectura comienza una nueva historia.