Por: Kinller E. Moquete, Abogado.
Históricamente, las relaciones dominico-haitianas han atravesado por periodos de tensión, evidenciando episodios esporádicos de desacato hacia las autoridades dominicanas por ciertos grupos haitianos en los cruces limítrofes. No obstante, en fechas recientes, tales actos de desconocimiento y falta de respeto a la soberanía dominicana se han intensificado, extendiéndose más allá de ciudadanos y comerciantes haitianos, para incluir a figuras gubernamentales y líderes políticos de esa nación.
La administración del presidente Luis Abinader ha respondido a la creciente inseguridad proveniente de Haití — país azotado por la corrupción y el crimen organizado, dramáticamente marcado por el magnicidio de su presidente — con la edificación de un muro fronterizo. Este proyecto busca frenar el tráfico ilegal y proteger la integridad territorial de la República Dominicana.
Sin embargo, la construcción de esta barrera, pese a estar dentro de los límites establecidos por el tratado bilateral de 1929, ha encontrado oposición en algunos sectores haitianos, incluso entre las filas de su policía nacional. Dicha resistencia, amparada por un liderazgo que parece desentenderse de las normas internacionales de convivencia, es preocupante.
Los incidentes recientes, donde se observó a la policía haitiana en actitudes hostiles hacia nuestras fuerzas armadas dentro del territorio dominicano, subrayan la urgencia de activar mecanismos de alerta para una respuesta rápida y acorde a la legislación y los tratados internacionales.
La provocación continuada de ciertas autoridades haitianas hacia nuestros guardianes fronterizos es un llamado a identificar interlocutores válidos en Haití que colaboren en el restablecimiento del diálogo y el respeto a los acuerdos y normas internacionales vigentes. La formación de nuestras fuerzas de seguridad en este contexto debe ser prioritaria para evitar cualquier escalada que podría derivar en enfrentamientos.
La diplomacia dominicana tiene ante sí la tarea crítica de movilizar apoyo internacional, recurriendo a la red de aliados y bloques como el CARICOM, CELAC, SICA, AEC, la UE, la OEA y la ONU. Es esencial comunicar nuestra perspectiva y acontecimientos a fin de consolidar apoyo global.
No menos importante es la consideración de asesores internacionales que nos asistan en esta delicada coyuntura.
Es imperativo que como nación nos unamos en defensa de nuestra soberanía territorial y la seguridad de nuestros defensores, asegurando que estén debidamente preparados y equipados para cualquier eventualidad.