Tyler Robinson confesó a su pareja y amigos que actuó porque Kirk “difundía demasiado odio”, según reveló el fiscal del caso.
El caso que conmociona a Estados Unidos sumó un nuevo capítulo este martes. El fiscal Jeffrey Gray anunció que Tyler Robinson, acusado de asesinar al activista conservador Charlie Kirk, enfrentará cargos por asesinato agravado y otros delitos, por lo que solicitará la pena de muerte.
En una conferencia de prensa, Gray reveló que Robinson confesó a sus padres que el motivo detrás del crimen fue que “hay demasiada maldad en Charlie Kirk” y que el activista “difunde demasiado odio”. Según el fiscal, fueron sus progenitores quienes lo persuadieron a entregarse, con la mediación de un amigo de la familia, un exayudante de sheriff.
Presuntas confesiones previas
El fiscal también compartió detalles de una conversación entre Robinson y su pareja, en la que el acusado habría dicho:
“Ya me harté de su odio. Hay odios que no se pueden superar. Debía matarlo cuando se presentara la oportunidad”.
Días antes, The Washington Post había informado que Robinson envió un mensaje a un chat de amigos en Discord, donde escribió: “Hola a todos, les tengo malas noticias. Fui yo ayer en la Universidad del Valle de Utah. Lo siento mucho”, mensaje enviado apenas dos horas antes de su detención.
Sin embargo, el gobernador de Utah, Spencer Cox, aclaró que Robinson no ha confesado directamente ante las autoridades ni ha cooperado con la investigación.
El asesinato y sus repercusiones
Charlie Kirk fue abatido de un disparo en el cuello el miércoles pasado, durante una sesión de preguntas y respuestas con estudiantes en la Universidad del Valle de Utah. El atacante disparó desde el techo de un edificio cercano. El FBI calificó el hecho como un “ataque selectivo”.
El presidente estadounidense, Donald Trump, calificó a Kirk como un “mártir de la verdad y la libertad”, acusando a la retórica de la “izquierda radical” de promover un clima de violencia política en el país.
Con las nuevas revelaciones, el caso se perfila como uno de los procesos judiciales más tensos y mediáticos de los próximos años en Estados Unidos, donde la discusión sobre la radicalización ideológica y la violencia política vuelve a estar en el centro del debate.