Israel intensifica sus ataques contra Gaza bajo la sombra de la impunidad internacional, mientras Palestina se desangra entre ruinas, desplazamientos y muerte.
Lo que ocurre hoy en Gaza no es un conflicto bélico convencional: es el genocidio de un pueblo entero. Israel ha emprendido una ofensiva terrestre y aérea devastadora contra la Franja de Gaza, destruyendo barrios completos, bombardeando hospitales, cortando suministros básicos de agua, electricidad y medicamentos, y obligando a cientos de miles de familias a huir de sus hogares sin rumbo ni refugio seguro.
El pretexto de “eliminar a Hamas” no puede justificar la muerte indiscriminada de miles de niños, mujeres y ancianos palestinos. Los datos son claros: más del 70% de las víctimas registradas son civiles inocentes, atrapados en una cárcel a cielo abierto llamada Gaza. Lo que el mundo está viendo en vivo y en directo es un crimen contra la humanidad.
El trasfondo histórico que no podemos ignorar
Para entender este genocidio, hay que mirar atrás: desde la creación del Estado de Israel en 1948, miles de palestinos fueron expulsados de sus tierras en la llamada Nakba (la catástrofe). Desde entonces, Israel ha ocupado territorios que la ONU reconoció como palestinos, violando repetidamente resoluciones internacionales.
La religión también ha sido usada como justificación: Israel, bajo la narrativa del “pueblo elegido”, ha manipulado la fe judía como argumento político, mientras que Palestina, mayoritariamente musulmana, ha sido señalada como amenaza constante. La realidad es que la religión aquí es excusa: lo que está en juego es el poder, la tierra y el control geopolítico de Oriente Medio.
“El genocidio no se justifica, no se maquilla, no se olvida. Y el silencio, también mata.”
El genocidio que llaman “defensa”
Bombardear escuelas de la ONU, destruir hospitales, impedir la entrada de ayuda humanitaria, masacrar civiles y desplazar familias enteras no es defensa: es genocidio. Israel utiliza su poder militar, respaldado por Estados Unidos y otros aliados, para borrar a Palestina del mapa.
Las acusaciones de la ONU y de múltiples organizaciones de derechos humanos apuntan a crímenes de guerra y violaciones flagrantes al derecho internacional. Sin embargo, la impunidad reina: los poderosos callan, los organismos internacionales se limitan a comunicados, y el sufrimiento palestino sigue en aumento.
Una condena moral desde República Dominicana y el mundo
Como dominicanos y como seres humanos, no podemos permanecer indiferentes. Nuestra voz debe unirse a la de miles alrededor del planeta que condenan las acciones de Israel. Porque la neutralidad frente al genocidio es complicidad.
Hoy Palestina es el espejo que refleja la peor cara de la humanidad: la indiferencia frente al dolor ajeno.
Este no es un llamado a la política, es un llamado a la conciencia humana. No podemos seguir normalizando la masacre de un pueblo entero. Condenar a Israel no es antisemitismo, es exigir justicia. Palestina tiene derecho a existir, a resistir y a vivir en paz.