SANTO DOMINGO.-Víctor Méndez Capellán representa uno de esos casos en los cuales la proyección formulada sobre la base al contexto situacional fracasa y es suplantada por un florido desenlace.
Nacido en el municipio de Salcedo en 1928, al joven Víctor se le presentaron todas las condiciones para abandonarse al anonimato o si acaso lograr convertirse con el tiempo, en un número de cédula.
De sus primeros años de vida, Capellán enfoca la ausencia de sus padres habiendo quedado huérfano luego de cumplir los siete.
Sin embargo, y pese a no contar con una figura modeladora, se decidió por trabajar en una casa de familia donde devengaba siete centavos.
Se recuerda a sí mismo trabajando en el día y completando las asignaciones escolares por la noche, así como caminando descalzo diariamente cinco kilómetros de ida y vuelta para ir a la escuela.
Su vida tuvo el punto de giro que necesitaba cuando el Gobierno de la época decidió reclutar a 3,000 jóvenes ante las amenazas latentes de insurrecciones comunistas.
“Llegó un momento en que el país estaba amenazado con una revolución de Cuba, y Trujillo metió jóvenes al Centro de Enseñanza y así llegué a la capital, en la cola de un camión cargado de muchachos”, refiere.
Estando en ese grupo destacó, logrando las más altas distinciones, lo que atrajo la atención del dictador Rafael Leonidas Trujillo y provocando una audiencia a solicitud de este último.
“Trujillo le dijo al capataz que quería conocerme y me llevaron donde él”, dice.
De esa reunión, recuerda un pronóstico que, por sí mismo, se encargó de hacer realidad. “Me dijo (Trujillo), escúcheme bien, usted va a ser un hombre muy importante en este país —afirma Méndez Capellán—, y yo le respondí: gracias Jefe”.
No tardó en abandonar la Guardia, pero para entonces se había granjeado la amistad de varias personas que terminarían por incidir en sus logros empresariales posteriores.
Una de esas personas fue la señora Mitila García Ramos, quien era empleada del Departamento de Estadística del Gobierno.
A Mitila, al igual que a los demás empleados gubernamentales, les era completado el salario entregándoles quinielas.
Por esta causa buscaba García Ramos una persona que se encargara de vender su parte de las quinielas y le fue recomendado Méndez Capellán, que tenía fama de hombre honesto (además de buen bailarín de merengue).
Tras conocer a Víctor, la primera intención de Mitila fue negarle su porción de quinielas al muchacho, pero este, con porte erguido y confiado, además de su vestimenta en condiciones impecables, se encargó de convencerla.
Llegó Méndez Capellán a tener cien vendedores de quinielas bajo su tutela, constituyéndose esta experiencia en forjadora de su liderazgo.
Estando en estas, unos días de lluvia malograron las ventas de quinielas, obligando a Méndez Capellán a tener que quedárselas sorprendiéndose luego porque uno de los papeles resultó con el máximo premio, que para la época era de 50,000 pesos.
Con dichos fondos, Víctor empezó a expandirse en variados negocios. Uno de ellos, una agencia de viajes iniciada en 1960 en la avenida Duarte de la ciudad capital.
Ya existía la necesidad de un negocio similar pues, en Estados Unidos procuraban mano de obra para las factorías. El dinero del viaje lo prestaba Méndez Capellán.
“Le prestaba al esposo de una familia y cuando me pagaba, le prestaba para el viaje de la mujer y después a los hijos. Creé un pague ahora y viaje después”, dice Víctor.
Fue así como nació la cercanía y predilección de la diáspora dominicana con él.
A la muerte de Trujillo y debido a las complejidades sociales, Méndez Capellán trasladó la agencia de viajes a la avenida Abraham Lincoln, en la que, para ese entonces, solo residían pocas familias.
El negocio, no obstante, siguió expandiéndose hasta lograr un permiso para vender de manera directa los viajes a Estados Unidos sin tener que pasar por la línea aérea.
Cada paso que daba Méndez Capellán lo aprovechaba para observar con detenimiento las posibilidades de negocio. Es en uno de sus viajes que conoce a un norteamericano que buscaba vender equipos de refrigeración usados en países en vías de desarrollo.
Así nació Refrigeración Dominicana, cuando aún una nevera era considerada como cosa de lujo. El negocio las compraba usadas, las remodelaba y las cedía en financiamiento al público en general.
De la historia de Méndez Capellán se aprecia con facilidad a un joven emprendedor y sagaz, pero a la vez con alto sentido humano, con un fuerte deseo de superación, pero que no pisotea y que es capaz de forjar una amistad duradera tras un breve contacto inicial.
Modelo. Casi todos los negocios de Méndez Capellán empezaron apostando al fiado.
Se centraban en suplir necesidades de las clases más pobres.
Cedía en crédito los viajes a Estados Unidos que coordinaba vía su agencia de viajes; las quinielas, mientras mantuvo dicho negocio; los electrodomésticos, que empezó a distribuir y fue el primero en comerciar con tarjetas en crédito en el país, tras pactar con Américan Express.
En sus propias palabras, su éxito empresarial estuvo vinculado a un interés por ayudar a la gente.
Méndez habla siempre del respeto por los seres humanos sin importar su condición social, sean ricos o pobres y apela a la gratitud .
sus propias máximas de éxito. Una de ellas es “un negocio es como una mujer: se requiere mucha lealtad para triunfar en él”. También añade que hay que bailarla y gozarla bien para que no te boten, también a los negocios hay que respetarlos, cuidarlos y disfrutarlos para que no quiebren.