SANTO DOMINGO.- El grado de lesividad de las víctimas de ciberacoso en el país se agrava por la falta de una legislación que tipifique el acoso cibernético, que afecta especialmente a niños, por lo que es urgente que se reforme la Ley sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología para sancionarlo. También es esencial que las familias estén vigilantes y ejerzan un rol más activo en la supervisión de los menores de edad.
Así lo aseguró Esther Agelán Casasnovas, magistrada emérita de la Suprema Corte de dominicana, al dictar la conferencia «Ciberacoso o ciberstalking. ¿Cómo afecta a la familia?», durante la Primera Feria Constitucional Internacional sobre la Familia y la Igualdad que realiza el Tribunal Constitucional.
En su exposición, precisó que el ciberacoso consiste en un hostigamiento de forma directa o a través de terceros, que se realiza de forma continua y sistemática con la intención de perseguir, controlar, intimidar, perturbar o atemorizar a la víctima o sujeto pasivo de la acción delictiva.
Agelán Casasnovas señaló que esta peligrosa conducta es muchas veces invisible, minimizada y no se le otorga la debida importancia, ya que en República Dominicana no se cuenta con estudios criminológicos ni estadísticas eficientes que permita analizar este fenómeno a pesar del grave daño emocional que ocasiona.
Explicó que los avances tecnológicos y el uso de las redes sociales han incrementado la violencia verbal, el acoso escolar y el abuso sexual en contra de los niños, niñas y adolescentes, así como el acoso, acecho y hostigamiento hacia las mujeres.
Alerto sobre el uso abusivo de las tecnologías en las nuevas generaciones, que es un gran desafío para las familias, las escuelas y el Estado. «Los avances tecnológicos han transformado la vida en sociedad, las redes sociales y las plataformas digitales han trasladado la interacción social al ciberespacio, lugar donde las personas pasan gran parte del tiempo, y donde existe una convivencia que ha generado importantes cambios sociales», expuso Agelán Casasnovas.
La especialista en temas de ciberdelitos y género indicó que los denominados depredadores se perfeccionan cada día más en tecnología, dominan el lenguaje de los niños y utilizan mecanismos de rastreo para identificar a menores en estado de vulnerabilidad para, por medio de la manipulación, ganar su confianza y poder, así, materializar sus propósitos.
Dijo que, en la República Dominicana, el abuso infantil online —que incluye abuso sexual y trata para la explotación sexual— ha crecido de forma exponencial, colocando a nuestros niños y jóvenes en condición de vulnerabilidad.
Considera que la solución no debe centrarse solo en la persecución penal, ya que la misma es costosa, compleja, y tiene grandes desafíos por el grado de especialización que cada día adquieren los victimarios.
En ese sentido, Agelán Casasnovas señaló que es fundamental impulsar políticas de prevención que sensibilicen, controlen y regulen el uso indiscriminado de las redes sociales y los medios tecnológicos; también que las familias deben orientar a sus hijos para que tomen conciencia de los peligros del entorno digital; que las escuelas tienen la responsabilidad de educar en la prevención del ciberdelito y los operadores del sistema de justicia deben sensibilizarse sobre este tema para minimizar la lesividad.
La destacada jurista explicó que el ciberacoso no está sancionado de manera particular en el país, por lo que se requiere de una tipificación para garantizar una verdadera tutela efectiva de los grupos más vulnerables, especialmente mujeres y niñas.
Precisó que en la actualidad existe un proyecto de reforma de la Ley 53-07 sobre Delitos de Alta Tecnología que propone tipificar el ciberacoso como «el acto de apremiar, perseguir, hostigar o vigilar de forma insistente y reiterada a una persona través del uso de sistemas informáticos, alterando gravemente el desarrollo de su vida cotidiana». La sanción sería de dos a cinco años de prisión y multa de 200 a 500 veces el salario mínimo del sector público.
«Es importante tomar en cuenta que cuando un hostigamiento o acoso se materializa mediante la utilización de las TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones), su impacto se multiplica, ya que las víctimas tienen la sensación de que no existen límites para la hostigación, esto por la potente capacidad de difusión de los mensajes y la disponibilidad de acceso a los dispositivos electrónicos de manera permanente, lo que encierra a la víctima en un estado de desesperanza, terror y de ansiedad», manifestó.
«El Estado, la comunidad y los que acceden a la tecnología como vía de información y comunicación, debemos velar porque la interacción a través de estos medios tan útiles, sea sana y segura, para que no se convierta en una red que atrape sin salida a los grupos más sensibles y desprotegidos de la sociedad», concluyó Agelán Casasnovas.