Estados Unidos ha dado un nuevo paso en el escalamiento de la tensión geoestratégica con China, al presionar directamente a sus principales aliados en el Indo-Pacífico, Japón y Australia, para que definan su posición en caso de una guerra por Taiwán. La revelación fue hecha por el diario Financial Times, citando a funcionarios y fuentes familiarizadas con las reuniones.
El subsecretario de Defensa para Políticas, Elbridge Colby, ha liderado las conversaciones, planteando de forma directa a funcionarios japoneses y australianos la necesidad de prepararse militarmente para una posible contingencia en la región, y de mostrar un compromiso activo e inequívoco con Washington en caso de conflicto.
“Se están llevando a cabo planes operativos concretos y ejercicios con aplicación directa a una contingencia en Taiwán”, reveló una de las fuentes.
⚠️ Sorpresa y resistencia en Tokio y Camberra
Las exigencias de EE.UU. han generado preocupación y sorpresa en ambas capitales aliadas, dado que la administración Trump no ha ofrecido garantías claras sobre qué haría exactamente Washington en caso de una invasión china a Taiwán.
“Es muy difícil lograr que los aliados brinden detalles específicos sobre lo que harían cuando ni siquiera saben cuál será la reacción de EE.UU.”, explicó Zack Cooper, especialista en Asia del American Enterprise Institute.
Tokio ha respondido con cautela, indicando que cualquier medida frente a un escenario de guerra será tomada caso por caso, y dentro del marco legal japonés y del derecho internacional. Por su parte, la embajada de Australia en EE.UU. no ha emitido comentarios.
¿Taiwán como detonante de una guerra global?
La isla de Taiwán, que funciona con una administración autónoma desde 1949, sigue siendo uno de los epicentros geopolíticos más sensibles del planeta. China la considera una parte irrenunciable de su territorio, y ha reiterado en numerosas ocasiones que cualquier intento de independencia formal o injerencia extranjera podría desencadenar una respuesta militar.
A pesar de su importancia estratégica, la postura de EE.UU. hacia Taiwán ha sido históricamente ambigua. Salvo el expresidente Joe Biden, ninguna administración se ha comprometido explícitamente a defender la isla en caso de invasión, lo que genera incertidumbre entre sus aliados y pone en jaque los equilibrios de poder en el mar de la China Meridional, una región por la que transitan billones de dólares anualmente.
🔍 Disuasión y riesgo de escalada
La solicitud de EE.UU. de que sus aliados intensifiquen su gasto militar y operativos conjuntos podría interpretarse como una maniobra de disuasión ante Pekín. Sin embargo, la falta de garantías mutuas y la creciente presión militar podrían generar un efecto contrario: acelerar la carrera armamentista y aumentar la probabilidad de un choque accidental o deliberado.