La invasión rusa de Ucrania cumple este viernes su primer aniversario con el foco ruso puesto en Bajmut, en el Donbás, donde desde hace semanas se libran los combates más cruentos de la campaña militar.
Desde el comienzo de la contienda han fallecido más de 8,000 civiles en Ucrania según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, que señala también unos 13,287 heridos entre la población.
Aunque casi la mitad de estos fallecimientos se produjeron en marzo de 2022, los civiles siguen siendo víctimas de los ataques rusos desde entonces, y se cuentan por cientos cada mes (200 en enero).
El peor éxodo
Otro duro precio a pagar por Ucrania en 12 meses de guerra ha sido demográfico: unos 14 millones de personas, aproximadamente un tercio de su población antes de la guerra, dejaron sus hogares, seis millones como desplazados internos y ocho millones como refugiados en el resto de Europa.
Polonia fue desde el inicio de la guerra el gran lugar de asilo para este éxodo ucraniano, y se mantiene como tal, con 1.5 millones de refugiados.
Otros países vecinos a Ucrania como Rumanía, Moldavia o Eslovaquia también acogen importantes comunidades (de unos 100,000 cada uno), pero a lo largo de 2022 buena parte de los refugiados ucranianos se asentaron más al oeste: Alemania acoge 889,000, República Checa 489,000, e Italia, España y Reino Unido 160,000 cada uno. “Europa ha mostrado su capacidad para movilizar voluntad política y ayudar a estos refugiados”, destacó la portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) Louise Donovan.
La fuente oficial subrayó que pese a la generosidad en la acogida se mantienen muchos desafíos, debido al hecho de que muchos de estos refugiados son mujeres con sus hijos: “Hay barreras a su inclusión social, por ejemplo por falta de aulas para estos niños, lo que dificulta a sus madres acceder al mercado laboral”, explicó.
Crímenes de guerra
Otra gran herida abierta en el conflicto es la de los crímenes de guerra contra civiles atribuidos al Ejército ruso, bien en forma de ejecuciones sumarias en zonas que llegó a ocupar, o bien con ataques indiscriminados a objetivos no militares, desde edificios residenciales a escuelas, hospitales y otras infraestructuras.
Unas prácticas que parecen copiadas de conflictos pasados lanzados por Moscú, pues se asemejan mucho a los crímenes que se cree cometió Rusia en las dos guerras de Chechenia (1994-2000), o incluso antes, durante la intervención de la Unión Soviética en Afganistán (1979-1989).
Las investigaciones de la ONU documentan por ahora al menos 441 asesinatos de civiles por parte del Ejército ruso en Ucrania (entre ellos 72 mujeres y 28 niños), tanto en lugares de detención improvisados como en los domicilios de las víctimas, frente a sus portales o en controles de seguridad sobre el terreno.
Apoyo y disidencia
“El núcleo (de los fervientes seguidores de la guerra) lo compone el 10 % del electorado”, opina el analista Abbas Galliámov, que otrora redactaba los discursos del presidente ruso, Vladímir Putin.
Entre ese grupo, agrega, la posición del líder ruso es un dogma irrefutable. El siguiente grupo lo compone un 20 % de los ciudadanos, que están de acuerdo con el discurso del Kremlin, pero “rechazan las represiones”.
Estas personas, sostiene, “quedarán aliviadas” si se logra la paz en Ucrania pese al aparente apoyo a la campaña militar.
Las encuestas indican que el apoyo a la campaña bélica se mantiene entre el 71 y el 77 % desde hace un año. A la vez, más de la mitad de los rusos quieren negociaciones de paz.
Entre los que sí osan rebelarse, muchos se convirtieron en figurantes de casos administrativos (5,601 personas) y penales (420 personas).
Mientras, el número de detenciones por criticar la campaña militar ascendió a 20,000 y se produjeron en su mayoría de los casos durante actos pacifistas, precisó el portal OVD-Info.