Pyongyang acusa a EE.UU. y Corea del Sur de avivar una carrera armamentista que podría desestabilizar toda la región Asia-Pacífico.
La agencia estatal norcoreana KCNA advirtió que la reciente autorización de Estados Unidos para que Corea del Sur construya un submarino de propulsión nuclear generará un “efecto dominó nuclear” en toda la región Asia-Pacífico. Según Pyongyang, la medida podría desencadenar una carrera armamentista con consecuencias “incontrolables”.
De acuerdo con la publicación, la decisión de Washington constituye un paso directo hacia la “propia nuclearización” de Corea del Sur y representa un peligro que trasciende la península coreana. KCNA sostiene que la introducción de un submarino atómico altera de forma crítica el equilibrio militar, aumentando el riesgo de una crisis nuclear global.
El medio acusa a Estados Unidos de usar a Corea del Sur como parte de una estrategia de contención al estilo OTAN en Asia-Pacífico. Para Pyongyang, la alianza entre Washington y Seúl no es recíproca, sino “una relación de amo y sirviente”, diseñada exclusivamente para promover los intereses estadounidenses y convertir a Corea del Sur en pieza clave de su estrategia regional.
KCNA afirma que la República Popular Democrática de Corea tomará “medidas más apropiadas y realistas” para defender su soberanía ante lo que describe como intentos reiterados de confrontación por parte de Estados Unidos y Corea del Sur.
En octubre, el presidente estadounidense Donald Trump anunció en su red Truth Social que había autorizado la construcción del submarino de propulsión nuclear surcoreano en los astilleros de Filadelfia. Aseguró además que Corea del Sur acordó pagar 350.000 millones de dólares a cambio de una reducción arancelaria, y que se comprometió a comprar grandes cantidades de petróleo y gas estadounidense.
Pyongyang insiste en que la decisión surcoreana no es defensiva ni una reacción a su propio arsenal nuclear, sino un paso hacia la realización de la “ambición largamente perseguida” de Seúl de poseer armas atómicas. Para Corea del Norte, este movimiento confirma que la región enfrenta un panorama de seguridad cada vez más inestable.
















