El atentado contra el expresidente Donald Trump el pasado 13 de julio en Pensilvania fue llevado a cabo por Thomas Matthew Crooks, quien logró mantenerse un paso por delante del Servicio Secreto de EE.UU. según información de The New York Times.
Crooks visitó el recinto del mitin el 7 de julio, un día antes de que el Servicio Secreto inspeccionara el lugar, decidiendo no incluir el complejo de la compañía de equipos de embalaje AGR International en su perímetro de seguridad. Desde el techo de uno de sus almacenes fue desde donde disparó.
El día del mitin, Crooks fue visto por la Policía local 90 minutos antes del ataque. A pesar de las advertencias y las fotos del sospechoso tomadas por la Policía, el Servicio Secreto no logró detectar la amenaza a tiempo. Crooks usó un dron para inspeccionar el área y se posicionó en un lugar que le permitió disparar sin ser visto claramente por el Servicio Secreto.
Casi una semana antes del mitin, Crooks había visitado el recinto ferial. Durante el día del atentado, compró una escalera y munición, usando un dron para inspeccionar el área. Pese a las advertencias de los francotiradores sobre su presencia, Crooks consiguió trepar al techo y disparar al menos ocho balas, hiriendo a Trump en la oreja, matando a un asistente e hiriendo a otro.
El fiscal de distrito del condado de Butler, Richard Goldinger, confirmó que uno de los francotiradores intentó vigilar a Crooks hasta que llegaran refuerzos, pero lo perdió de vista. Finalmente, Crooks fue abatido por los francotiradores del Servicio Secreto después de disparar.
Este incidente revela fallos significativos en la comunicación y coordinación entre las fuerzas del orden locales y el Servicio Secreto, lo que permitió a Crooks ejecutar su plan de manera efectiva.