Ciudad de México,.- México cumple este miércoles 30 años de restituir sus relaciones diplomáticas con el Vaticano, en medio de actuales tensiones del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador con la Iglesia católica mexicana pese a su sintonía ideológica con el papa Francisco.
La Santa Sede y México restablecieron lazos el 21 de septiembre de 1992 tras haberlos suspendido en 1861, con la separación de la Iglesia y el Estado del presidente Benito Juárez, lo que reforzó la actual Constitución de 1917, que estableció una nación secular.
Por ello, para restituir la relación fue necesario reformar el artículo 130 de la Constitución y promulgar la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que reconocieron la personalidad jurídica de las iglesias y asociaciones religiosas.
Expertos consultados por Efe coinciden en la relevancia que para el Vaticano tiene México, donde hay casi 98 millones de católicos, la segunda cifra más alta del mundo, solo por detrás de Brasil, según el último censo de 2020.
“Desde el principio de la conquista, México se convirtió en uno de los puntos de apoyo básico del Estado Vaticano en América Latina”, expone José Antonio Alonso, investigador hispanomexicano de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y uno de los principales autores de las relaciones entre ambos Estados.
TENSIONES ACTUALES
El aniversario llega tras desencuentros de la Iglesia católica de México con López Obrador y su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), por temas como la violencia, derechos sexuales y los abusos de la conquista del siglo XVI.
El presidente y los sacerdotes intercambiaron las mayores críticas en junio pasado, cuando los curas cuestionaron su estrategia de seguridad tras el asesinato de dos jesuitas en el norteño estado de Chihuahua.
«¿Qué quieren entonces los sacerdotes? ¿Que resolvamos los problemas con violencia? ¿Vamos a desaparecer a todos? ¿Vamos a apostar a la guerra? ¿Por qué no actuaron, cuando (expresidente Felipe) Calderón (2006-2012), de esa manera? ¿Por qué callaron cuando se ordenaban las masacres?”, dijo entonces López Obrador.
El presidente, quien no se considera católico sino “seguidor de Jesucristo”, también criticó en 2020 a la jerarquía católica mexicana por no replicar el mensaje del papa Francisco contra el neoliberalismo.
Mientras que la Iglesia acusó en 2021 a “legisladoras federales del partido en el Gobierno” de “empecinarse en promover una agenda muy cargada de ideología”, como derechos LGBT, aborto y marihuana.
Además, López Obrador insistió el año pasado, cuando se conmemoraron 200 años de la consumación de la independencia y 500 años de la conquista, en que el Vaticano debía pedir perdón por los abusos contra los pueblos indígenas.
Para el investigador Alonso, autor de “Topar con el Vaticano”, el mandatario actúa de forma “muy sabia, porque no ha hecho ninguna declaración definitiva, pero no actúa con el mismo sometimiento que los presidentes anteriores”.
“Eso puede ser el inicio, espero, de que todos los presidentes y todas las autoridades de México aprendan a esa actitud de mayor sentido crítico con respecto al papa, al Vaticano y también a los otros presidentes”, considera.
SINTONÍA CON EL PAPA
Pese a estas tensiones, López Obrador ha expresado en reiteradas ocasiones su admiración por el papa Francisco, a quien incluso propone como mediador para negociar la paz entre Rusia y Ucrania, y una tregua entre las potencias que dure 5 años.
Aunque no es católico, el mandatario siente afinidad por el discurso contra el neoliberalismo de Francisco y su doctrina social de la opción preferencial por los pobres, común en los jesuitas latinoamericanos, opina William Jensen, asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).
“El papa ha tenido un discurso marcado de austeridad, a favor de los pobres y crítico con la concentración de la riqueza, algo que resuena muy bien con la narrativa del presidente López Obrador”, indica Jensen, analista político internacional.
El experto recuerda que la afinidad comenzó desde la campaña en 2018, cuando López Obrador propuso que el papa mediara diálogos de paz en México para frenar la violencia del narcotráfico.
Con ello, el mandatario ha marcado un contraste con los expresidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que vivían en una negociación constante con la Iglesia, y del Partido Acción Nacional (PAN), que mostraban una natural afinidad conservadora.
“López Obrador y Francisco tienen su estilo muy personal, y ambos han causado disrupción dentro de sus instituciones, pero habrá que esperar para ver cómo evolucionan las relaciones de México y el Vaticano después de que ambos partan”, manifiesta.