Georgina del Pino tenía casi 20 años cuando se marchó de Cana Chapetón, un pueblito en Guayubín en la provincia Monte Cristi, hacia los Estados Unidos. El cambio de ambiente, a su juicio, fue grande, pero le sirvió para ver las dificultades en su nueva patria como el más grande lujo.
Del Pino cuenta que en las primeras décadas de su vida tuvo que cargar agua sobre su cabeza desde un río cercano para poder tener el preciado líquido en su hogar, por lo que considera que al llegar a los EEUU lo que ha pasado no son dificultades si “lo mejor está por venir”.
Joven, en un nuevo mundo y con oportunidades más diversas, Del Pino se dio cuenta del nicho que representaba el estilismo para las mujeres dominicanas, que desde finales de los años 90, hasta la actualidad por necesidad o por gusto, aprenden a manipular su cabellera (o la ajena) para cumplir con los estándares de belleza.
Su madre, no muy de acuerdo con la decisión de su hija ante innumerables posibilidades, le cuestionó su interés y apeló a su juventud para hacer cualquier otra cosa que quisiera.
"Voy a ser peluquera, pero no cualquier peluquera", contestó la joven que desconocía a donde la conduciría el llevarle la contraria a su progenitora.
Con 22 años hizo lo necesario para aprender el idioma, la principal barrera para cualquier hispano que busca hacer vida en los EEUU, y buscó ayuda para convertirse en peluquera, aunque entre risas recuerda a su maestro, que les recalcaba a ella y su grupo que eran "cosmetólogos", no peluqueros por lo amplio del programa y la certificación que adquirían en diversos temas sobre el cuidado y mantenimiento del pelo.
Tras graduarse, la vida le presentó otra disyuntiva casarse con su novio como eran los deseos de ambos o tomar el dinero para abrir su propio salón. “Hagan la boda”, sentenció su suegra y luego utilizó su casa para ayudar en el financiamiento del primer negocio de Georgina.
De la relación "inusual" de Georgina con la madre de su marido y el apoyo entre ambas, surge el nombre de "Mi suegra y yo Beauty Salon", abierto en 1998 y que selló el destino de toda la familia, que según dice la experta, le han ayudado no solo apoyando y trabajando en el negocio, sino comprendiendo y cuidando a sus hijos ante el trabajo tan demandante que eligió.
“Yo soy bendecida, yo me siento muy bendecida”, reflexiona la dominicana al pensar en su familia, el apoyo que ha recibido y lo que ha logrado hasta el momento.
Conociendo a Los Estefan
Georgina del Pino llega a la casa de los Estefan a través de una amiga de su mamá que desde ese momento hasta la actualidad es la cocinera y amas de llaves de la familia.
“Se te va a cumplir tu sueño, le vas hacer el pelo a Gloria Estefan”, le dijo emocionado la amiga de su madre cuando Gloria, que ya conocía el trabajo de la estilista por la cabellera de su empleada, le pidió que la llevara a su casa porque su peluquero no pudo llegar a tiempo desde Nueva York, relación que ha permanecido por unos 16 años.
Desde Gloria hasta Lily Estefan se han sentado en la silla de la reconocida estilista dominicana, pero actualmente trabaja de manera exclusiva para la cantante cubana y su familia directa, ya que en el 2018 presentó problemas de salud que chocaban con la agenda de trabajo de la sobrina del productor musical.
La experiencia con el cáncer
En el 2018, Georgina acudió al hospital para ser intervenida por una masa que le habían detectado en el ovario derecho, pero la mujer, que insiste en “que todo pasa por un motivo”, no sabía que ese sería otro momento para reafirmar su visión de la vida.
Los médicos que participaron en dicha operación observaron algo extraño en su apéndice, lo que resultó ser un tumor pequeño en etapa tres, que de esperar un poco más le hubiera costado la vida.
“Una cosa pasa por otra”, señala orgullosa una de las sobrevivientes de los millones que se estima no logran superar el padecimiento.
La primera estilista dominicana en ganar un Emmy
Georgina se alzó con el Emmy que premia el estilismo en un programa de televisión estadounidense compitiendo con programas de renombre y de mayor antigüedad (The Bold and The Beautiful, Red Table Talk, The Real, The Talk, The View), lo que sumado a un compromiso que tenía el día de la ceremonia no la movió a asistir y aseguró que estar nominada ya era suficiente.
Dijo que, el escuchar que el galardón era para Red Table Talk – The Estefans y por consiguiente para ella, mientras disfrutaba la premiación con su familia, fue una “sensación muy bonita”.
“Es una recompensa a todo lo que tú has hecho con amor, con pasión, con alegría”, dijo la estilista al cuestionarle sobre el significado de recibir la estatuilla.
Cuenta que casi no logra participar del show de Los Estefan, debido a que aún no terminaba su tratamiento contra el cáncer, pero las grabaciones se extendieron por lo que la fecha de inicio coincidía con el fin de las quimioterapias, hecho celebrado tanto por ella como por la misma Gloria, resaltó.
Los primeros ocho episodios de los 20 con los que contó el programa, ella arreglaba la cabellera de la artista y no esperaba el final de las grabaciones para no exigirle de más a su cuerpo golpeado por los feroces medicamentos contra el cáncer, pero con el resto si participó hasta el final, porque se sentía mucho mejor, según indicó.
Por lo que recibir el Emmy “es como una recompensa a todo lo que yo he tenido que sacrificar”, insistió la dominicana que dijo que el principal sacrificio consistió en quitarle tiempo a su familia, sobre todo a su esposo y sus hijos.
Ver el lado positivo de la vida, continuar a pesar de las adversidades y no quejarse por aquellas cosas que hoy parecen malas, pero que mañanas son la causa de un bien mayor, es la creencia de la mujer que salió a los 19 años de la República Dominicana tras cargar agua de un río, que sobrevivió al cáncer y hoy eleva un Emmy entre sus manos, una señal clara de que disfruta de lo sembrado durante estos años.