Un doble del Papa Francisco bendiciendo la Copa del Mundo, niños que recién aprendieron a caminar vestidos con la camiseta número 10, vendedores de muñecos del astro Lionel Messi y una marea de banderas albicelestes resaltaron el jueves en la previa de la primera presentación de la selección de Argentina con las tres estrellas en el escudo tras la consagración en el Mundial de Qatar.
La Albiceleste enfrenta a Panamá en un amistoso en el estadio Monumental de Buenos Aires ante 83.000 hinchas en el marco de la celebración por la obtención del título después de 36 años tras vencer a Francia 4-2 en una tanda de penales en la final el 18 de diciembre.
“Esto de la Copa Mundial fue un milagro”, dijo a The Associated Press Marcelo Saracho, de 49 años, quien llegó vestido como el Sumo Pontífice argentino y las mejillas maquilladas con pintura celeste y blanca.
“Se unieron los planetas: papa, (Diego) Maradona y Messi”, resalto el hincha en las afueras del estadio donde los campeones del mundo serán homenajeados.
Messi, quien a los 35 años saldó la única deuda que tenía con el fútbol, volverá a jugar en una cancha de su país. El astro pasó del desencanto tras las cuatro finales perdidas con la Albiceleste a situarse en el mismo pedestal que Diego Maradona, el héroe del Mundial 86.
El delantero del París Saint Germain, que hace una semana fue objeto de silbidos por un sector de la hinchada del club francés tras la eliminación de la Liga de Campeones, recibió una estruendosa ovación al ingresar junto a sus compañeros al campo de juego. Scaloni alistó a los mismos once que arrancaron ante Francia en la final.
Varios jugadores, en especial al arquero Emiliano Martínez —probablemente después de Messi el futbolista favorito del público argentino debido a sus atajadas durante la Copa del Mundo— se quebraron al escuchar el himno, mientras un humo celeste y blanco tapó por completo las colmadas tribunas.
La afición argentina, que recibió el premio “The Best” de FIFA a la mejor del mundo, había entrado en calor poco antes cuando coreó “Muchachos”, el himno no oficial con que alentaron en cada presentación del equipo de Lionel Scaloni en Doha, bajo la batuta de su compositor Fernando Romero.
La noche tendrá su momento más emotivo cuando Messi reciba la Copa del Mundo ante los fanáticos argentinos, en una recreación de la ceremonia de premiación en Doha, y luego junto a sus compañeros darán la vuelta olímpica.
“No puedo creer que estoy acá”, exclamó al borde del llanto Sofía Clavero, de 12 años, con la casaca violeta alternativa de Argentina y el nombre del capitán estampado en la espalda cuando llegó al estadio. Por primera vez verá a su “ídolo” en un campo de juego.
Varios padres llevando en andas a niños pequeños con la camiseta del 10 resaltaban entre la marea albiceleste que colmó las remodeladas tribunas del estadio de River Plate, escenario que habitualmente alberga los partidos de la selección.
Los jóvenes Melanie y Jonathan aprovecharon la celebración para ganar algo de dinero con la venta de muñecos de tela con la figura del capitán a un precio equivalente a 10 dólares.
“Messi nos dio una alegría enorme a los argentinos que la estamos pasando mal”, valoró la pareja, en referencia a la crisis económica que sufre el país sudamericano.
Las entradas, a un costo promedio de 100 dólares, se agotaron en apenas dos horas de puestas a la venta por internet.
La velada tuvo como lunar los incidentes protagonizados por hinchas que no pudieron acceder al estadio, aparentemente porque no tenían entradas o eran falsificadas, y chocaron con la policía en los instantes previos al inicio del amistoso.
Los agentes disuadieron a los revoltosos con gas lacrimógeno. Hasta el momento no se han reportaron detenidos.
OPERATIVO INÉDITO Con sigilo y un dispositivo de seguridad similar al que se le brinda a un presidente, Messi y sus compañeros fueron trasladados al Monumental con varias horas de anticipación al comienzo de los festejos.
El inédito operativo a cargo de cientos de agentes federales tuvo por objetivo evitar los desbordes que se produjeron en diciembre cuando cinco millones de personas colapsaron las calles de la capital argentina para recibir a los campeones del mundo dos días después de derrotar a Francia.
Para evitar contratiempos que pusieran en riesgo la llegada de los homenajeados, los jugadores viajaron en cuatro camionetas y llegaron al estadio seis horas previas al comienzo del partido y antes de habilitarse el ingreso del público, mediante un operativo que se guardó bajo estricto secreto.
Poco antes, un autobús barnizado con las tres estrellas y la frase “campeones del mundo” ingresó por uno de los accesos al predio de selecciones en Ezeiza, suburbio al oeste de la capital, a modo de distracción a las decenas de fanáticos agolpados en el lugar.
Como si se tratara de una comitiva presidencial, los jugadores y el cuerpo técnico encabezado por Scaloni salieron sorpresivamente en camionetas y escoltados por agentes motorizados, mientras otros cientos estaban apostados a los costados para evitar que los fanáticos se acerquen al vehículo.
A su vez, la policía interrumpió la circulación de automóviles en algunas de las principales autopistas de la ciudad para que el equipo llegara en menos de una hora al escenario del partido.
Argentina continuará los festejos con otro amistoso ante Curazao el próximo martes en el estadio Madre de Ciudades de la provincia de Santiago del Estero — también con entradas agotadas.