Las negociaciones entre Serbia y Kosovo registraron "avances" el lunes, pero se necesitará al menos otra reunión entre los dirigentes de ambos países para normalizar las relaciones, informó el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
"Hoy se registraron avances, pero aún queda trabajo por hacer para garantizar que se aplique lo acordado", declaró Borrell tras una reunión con el presidente serbio, Aleksandar Vucic, y el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti.
La Unión Europea (UE) presentó a las dos partes un plan para normalizar las relaciones entre ambas partes que fue publicado por Borrell después de la reunión.
El plan de once artículos estipula que "Serbia no se opondrá a la adhesión de Kosovo a una organización internacional", una reivindicación clave de Pristina, y que "ninguna de las partes bloqueará ni animará a otras a bloquear el progreso de la otra en su recorrido europeo".
También propone acordar "un nivel apropiado de autogestión para la comunidad serbia en Kosovo (…) y la posibilidad de un respaldo financiero por parte de Serbia".
Este es un punto delicado para Kosovo, reticente a la idea de permitir que sus localidades de mayoría serbia se unan a una asociación respaldada por Belgrado que pueda socavar su soberanía.
El artículo 1 del plan prevé que "las partes reconozcan mutuamente sus documentos y símbolos nacionales, incluidos los pasaportes, los diplomas, las matrículas y los timbres aduaneros.
Creciente presión
Ambos dirigentes aceptaron aplicar el acuerdo propuesto por la Unión Europea, pero aún tienen que negociarse las modalidades de su puesta en marcha, indicó Borrell.
Una nueva reunión será organizada a ese efecto en marzo y el enviado de la UE, Miroslav Lajcak, viajará a Belgrado y Pristina para proseguir las conversaciones, detalló Borrell.
El conflicto entre serbios y kosovares tiene origen en la sangrienta guerra en los 1990 en la antigua Yugoslavia. En 2008 Kosovo declaró su independencia de Serbia, que no la reconoce.
La tensión se agravó a niveles preocupantes en años recientes, y por eso la UE decidió aumentar la presión diplomática para evitar un nuevo conflicto.
"Creo que estamos en el buen camino para la normalización de relaciones con Serbia", reaccionó Kurti. Sin embargo, el líder de la exprovincia serbia indicó que no firmó el acuerdo "porque la otra parte no estaba lista para hacerlo".
El presidente serbio, por su parte, aseguró en Instagram que el encuentro "fue difícil como previsto" y que no hubo "capitulación".
"Es bueno que hayamos hablado y creo que podremos superar los movimientos unilaterales que pondrían en peligro la seguridad de las personas sobre el terreno", declaró tras la reunión.
El mandatario añadió sin embargo que aún no había "hoja de ruta" y que era necesario trabajar en ella.
Vucic admitió recientemente fuertes presiones internacionales para pavimentar un acuerdo con Kosovo y evitar otro conflicto en el corazón de Europa, pero también está bajo fuerte presión interna para no ceder en el reconocimiento de la independencia kosovar.
Kurti dijo la semana pasada al parlamento de Kosovo que el acuerdo actualmente en proceso allanaría el camino para la entrada del territorio en una serie de instituciones internacionales, un objetivo buscado durante mucho tiempo por su gobierno.
Preocupaciones de la UE
En medio de las preocupaciones generalizadas por la guerra entre Ucrania y Rusia, la UE busca desesperadamente evitar un nuevo conflicto.
Además, las instituciones europeas no esconden su preocupación por la proximidad entre Serbia y Rusia, y están empeñadas en evitar que Moscú use el problema de Kosovo para dividir aún más a Europea.
El viernes, un alto funcionario de la UE dijo a los periodistas que Rusia estaba tratando activamente de descarrilar las negociaciones entre las dos partes.
Kosovo sigue siendo una obsesión para grandes franjas de la población serbia, que consideran a ese territorio como su patria legítima, que fue testigo de batallas fundamentales a lo largo de los siglos y está impregnado de mitología nacionalista.
Kosovo es el hogar de aproximadamente 120,000 serbios, muchos de los cuales siguen siendo leales a Belgrado, especialmente en las áreas del norte cerca de la frontera con Serbia, donde hay frecuentes disturbios, manifestaciones y violencia ocasional.