Los devastadores incendios que asolan California han causado daños masivos, destruyendo al menos 9.000 viviendas y desplazando a más de 180.000 personas. Según los expertos, varios factores han contribuido a la rápida propagación del fuego, generando una de las tormentas de fuego más destructivas de la región.
Vientos de Santa Ana: una fuerza implacable
Uno de los principales factores son los vientos de Santa Ana, que suelen intensificarse en otoño e invierno. Estos vientos, generados por sistemas de alta presión que se desplazan de este a oeste sobre la cordillera de Santa Ana, descienden y se calientan al comprimirse. En esta ocasión, las velocidades han superado las 60 millas por hora (96 km/h), alcanzando hasta 100 millas por hora (160 km/h) en las zonas montañosas.
El climatólogo John Abatzoglou describió esta combinación de fuertes vientos y áreas densamente pobladas como una "receta para el desastre".
El "secador atmosférico" y la sequía extrema
El científico Daniel Swain, de la Universidad de California, señaló que los vientos de Santa Ana actúan como un "secador atmosférico", exacerbando la sequedad de la vegetación y prolongando el riesgo de incendios durante días. Esta situación se ve agravada por una sequía severa: más del 83 % del condado de Los Ángeles enfrenta condiciones de sequía, y la región no ha recibido lluvias significativas desde abril, según datos de Accuweather.
Expansión urbana y riesgos estructurales
La ubicación de muchas comunidades en la interfaz urbano-forestal también ha aumentado la vulnerabilidad. Estas áreas, donde los asentamientos humanos se encuentran con hábitats naturales, concentran una cuarta parte de la población de California. Según Janice Coen, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, "las casas y las infraestructuras pueden incendiarse, creando brasas que intensifican el fuego y aceleran su propagación".
En contraste, las zonas más urbanas con menos vegetación y materiales resistentes al fuego están mejor protegidas.
Un desastre sin precedentes
El incendio comenzó en Pacific Palisades y se extendió rápidamente debido a los vientos de Santa Ana. Otros focos menores, pero igualmente peligrosos, surgieron en áreas como Altadena y Pasadena. Hasta la fecha, el fuego ha causado al menos 11 muertes, dañado o destruido más de 2.000 edificaciones y dejado a miles de personas sin hogar.
Este desastre subraya la necesidad de estrategias de prevención y adaptación frente al cambio climático y la expansión urbana en zonas vulnerables.