China se consolidó nuevamente como el principal socio comercial de Alemania, desplazando a Estados Unidos, según los datos más recientes de la Oficina Federal de Estadística (Destatis) citados por Reuters.
Entre enero y agosto de 2025, el volumen total de comercio —que incluye importaciones y exportaciones— entre ambos países alcanzó los 189.470 millones de dólares, ligeramente por encima de los 188.780 millones registrados en las relaciones comerciales entre Berlín y Washington.
El cambio de tendencia se produce tras la imposición de nuevos aranceles estadounidenses a las importaciones procedentes de Europa, una de las primeras medidas económicas adoptadas por Donald Trump tras su regreso a la presidencia.
Trump y el giro proteccionista
La administración Trump justificó los nuevos aranceles como una medida para “proteger la industria estadounidense”, afectando principalmente a las exportaciones automotrices, de maquinaria y productos químicos procedentes de Alemania.
Las cifras muestran el impacto directo: las exportaciones alemanas hacia Estados Unidos cayeron un 7,4 % en los primeros ocho meses del año, alcanzando 115.490 millones de dólares. En agosto, la caída fue aún más pronunciada, con una reducción interanual del 23,5 %, lo que evidencia una tendencia acelerada de desaceleración comercial.
Mientras tanto, el comercio entre Alemania y China mostró una recuperación moderada pero constante, apoyada en la interdependencia industrial y en la fortaleza del sector automotriz y tecnológico alemán dentro del mercado asiático.
Un reequilibrio económico con implicaciones geopolíticas
El año pasado, Estados Unidos había desplazado a China del primer puesto como socio comercial de Alemania, poniendo fin a ocho años consecutivos de liderazgo chino.
Sin embargo, el retorno de políticas proteccionistas en Washington y las tensiones diplomáticas con la Unión Europea han alterado nuevamente el equilibrio.
Para Berlín, el escenario representa un dilema estratégico: mientras busca reducir su dependencia de China en sectores críticos como las energías limpias o la tecnología, su economía sigue estrechamente vinculada a los mercados asiáticos.
El gobierno alemán ha insistido en la necesidad de “diversificar socios” sin romper los lazos con Pekín, a quien acusa de prácticas comerciales desleales y falta de reciprocidad, acusaciones que China rechaza sistemáticamente.
Un golpe simbólico a la influencia estadounidense
El desplazamiento de Estados Unidos en el comercio con Alemania representa más que un cambio estadístico: simboliza una pérdida de influencia económica de Washington en Europa y una consolidación del poder comercial de China en el continente.
Analistas económicos señalan que, de mantenerse la tendencia, Pekín podría recuperar su dominio estructural en los mercados europeos, impulsado por su red de acuerdos bilaterales, el atractivo de su manufactura competitiva y su creciente papel en la transición tecnológica.
Conclusión: un tablero global en movimiento
El nuevo escenario confirma la creciente fragmentación del comercio internacional y el impacto de las guerras arancelarias en la arquitectura económica global.
Con Europa atrapada entre las presiones de Washington y la atracción del mercado chino, el futuro de las relaciones transatlánticas parece más incierto que nunca.