En un hecho histórico para la capital francesa, las autoridades de París han autorizado nuevamente el baño en el río Sena luego de más de un siglo de prohibición oficial. La medida aplica desde el 5 de julio hasta el 31 de agosto, y permite el uso recreativo de tres zonas habilitadas, una de ellas a escasa distancia de la emblemática Torre Eiffel.
Esta reapertura es resultado de una inversión millonaria de 16,4 millones de dólares, destinados al saneamiento del río y la adecuación de espacios seguros. Las áreas acondicionadas tendrán una capacidad total de alrededor de mil personas y estarán vigiladas por 16 socorristas, según confirmaron autoridades locales.
“Si autorizamos el baño, significa que la calidad del agua se ha comprobado según las normas europeas. No hay ningún riesgo en ir a nadar”, afirmó Pierre Rabadan, teniente de alcalde de París a cargo del Sena.
Un siglo de prohibición y polémica ambiental
El baño en el Sena había sido prohibido oficialmente en 1923 debido al alto tráfico fluvial y al incremento de la contaminación del agua. Aunque los parisinos siguieron usando el río de manera informal hasta la década de 1960, la práctica quedó prácticamente abandonada por el deterioro ambiental.
El tema volvió a escena durante los Juegos Olímpicos de París 2024, donde múltiples eventos acuáticos programados en el Sena fueron cancelados o reprogramados por la presencia de bacterias como Escherichia coli y enterococos. Incluso, varios atletas sufrieron infecciones graves tras entrenar o competir en el río.
Uno de los casos más sonados fue el de un campeón irlandés que tuvo que ser hospitalizado por una infección estomacal tras nadar en sus aguas. Dos deportistas suizos también se retiraron por problemas de salud relacionados con la calidad del agua.
Entre el turismo y la regeneración urbana
El plan de reapertura del Sena al baño no solo es una victoria simbólica para el orgullo parisino, sino también una iniciativa de revalorización urbana, ambiental y turística. Forma parte de un plan más amplio de reconexión de los ciudadanos con sus espacios públicos y apuesta por transformar el paisaje urbano con un enfoque ecológico.
El éxito o fracaso de esta fase piloto podría marcar un precedente para otras ciudades europeas que buscan recuperar ríos y canales urbanos para el uso público, al tiempo que enfrentan los desafíos del cambio climático y la presión ambiental.