Este domingo, los ciudadanos salvadoreños se encuentran en las urnas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales y legislativas, donde se anticipa un triunfo cómodo para el actual presidente Nayib Bukele. Su estrategia de mano dura ha reducido significativamente la violencia pandillera, aunque ha generado críticas de los defensores de los derechos humanos.
De acuerdo con los últimos sondeos, la Universidad Centroamericana (UCA) pronostica que Bukele podría obtener un abrumador 81.9% de los votos, mientras que la oposición, compuesta por cinco candidatos, lucha por superar el 5% de los sufragios. En caso de lograr más del 50%, Bukele sería reelegido sin necesidad de una segunda vuelta.
A pesar de la fragmentación de la oposición, los principales contendientes que siguen a Bukele son Manuel Flores, del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), y Joel Sánchez, del partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena). Estos partidos históricamente dominaron la política salvadoreña hasta la llegada de Bukele en 2019.
Bukele, en un intento por mantener su posición dominante, ha instado a sus seguidores a preservar la mayoría de su partido, Nuevas Ideas, en el Legislativo. Advierte que la pérdida de esa mayoría podría poner en peligro la lucha contra las pandillas y obstaculizar importantes decisiones legislativas.
Sin embargo, la hegemonía de Bukele ha generado inquietudes entre algunos sectores. Omar Serrano, vicerrector de la UCA, sugiere que las elecciones podrían convertirse en un mero trámite para favorecer a los que ya ostentan el poder.
La gestión de Bukele se ha caracterizado por una política de mano dura que ha llevado a la detención masiva de presuntos pandilleros. Aunque estas medidas han generado un alto índice de aprobación entre la población, organismos como Amnistía Internacional y la ONU han expresado preocupación por detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y violaciones de derechos humanos.
La jornada electoral se lleva a cabo en medio de la controversia sobre la candidatura de Bukele, quien logró participar a pesar de la prohibición constitucional de la reelección inmediata. La resolución del Tribunal Supremo Electoral, compuesto mayoritariamente por magistrados afines al oficialismo, ha permitido la participación del presidente en busca de un segundo mandato consecutivo.
Aunque el proceso electoral podría renovar el "bukelismo", algunos críticos sostienen que la manipulación de las reglas electorales evidencia una concentración de poder y un paso hacia el autoritarismo en El Salvador.