SANTO DOMINGO.-Nacido un 4 de febrero de 1931, a José Manuel González Corripio le tocó vivir y construir en tiempos convulsos.
Dos guerras civiles, dos dictaduras, la etapa de consolidación de la democracia en República Dominicana y la desaparición a destiempo de su padre se constituyen en el entorno social, político y familiar en el que fue erigido lo que hoy es conocido como Centro Cuesta Nacional.
La base de esa estructura, que incluye actualmente cadenas de supermercados, ferreterías, tiendas del hogar, de juguetes, de vinos y librería, empezó en 1935 con el Colmado Mercedes, establecido por su padre, Manuel González Cuesta, entre las calles José Reyes y Las Mercedes, en la capital.
En aquel local, donde también estaba la casa familiar, vivió González Corripio desde 1938 cuando llegó al país procedente de España. Para 1949, y por recomendación de sus tíos (Manuel y Ramón Corripio) e intermediación de su madre, la señora Mercedes Corripio, la familia trasladó el colmado hasta la avenida Mella.
Relata que cuando no estaba en la escuela ayudaba a sus padres en el negocio y que por tanto no dedicaba mucho tiempo a jugar con otros niños
Asumir más trabajo
La responsabilidad de González Corripio con el negocio de la familia adquirió más notoriedad a partir de 1957, tras la muerte de su padre, González Cuesta, como consecuencia de un infarto.
“Yo estaba en España cuando me dijeron que mi papá estaba algo grave y que era importante que fuera. Salí en coche desde Asturias hasta Madrid a tomar el avión. Tardé dos días en el viaje, cuando llegué ya habían enterrado a mi papá. Fue un momento difícil”, confiesa.
Con préstamos
Luego de la muerte de González Cuesta, la familia enfrentó dificultades pues, pese a tener liquidez, no podían usar el dinero del banco, ya que las cuentas estaban a nombre del patriarca de la familia. González Corripio rememora ese periodo con agradecimiento hacia sus tíos maternos, quienes les asistieron hasta tanto completaran los trámites para el traspaso legal de las cuentas bancarias.
A partir de ahí: mucho trabajo. No, no hubo fórmulas mágicas en el crecimiento. La expansión del negocio se logró sobre la base de préstamos bancarios, mucha austeridad y trabajar de sol a sol. “Fue la forma de ir creciendo un poco más; nunca tuvimos casa propia hasta el año 1960. Siempre vivimos alquilados y en locales alquilados. Compramos un local primero que una casa familiar”, relata.
El punto comercial de la avenida Mella inicialmente le fue cedido por su tío Manuel Corripio y años después logró comprarlo a sus propietarios. Posteriormente adquirieron un solar en la avenida 27 de Febrero cuando aquello aún no era una vía popular. Allí lograron levantar un supermercado construido en madera y fue esa experiencia la que González Corripio cita como la que le convenció de que ya era un empresario.
Su comercio de la avenida Mella quedó atrapado en la zona de conflicto de la guerra civil de 1965 y apenas estaba vendiendo, por lo que decidió mover su centro de operaciones al solar de la avenida 27 de Febrero.
Para no perder tiempo pidió al Ayuntamiento una autorización para un local provisional en madera y se lo negaron.
Entonces fue a hablar con quien en ese momento ejercía la Presidencia de la República, el general Imbert Barrera, a quien no conocía con anterioridad, para solicitarle el permiso.
Se lo concedió provisionalmente por seis meses.
Fue a partir de ese momento cuando empezó a realizar sus primeras importaciones aprovechando que tenía la posibilidad de hacerlo en pequeñas cantidades y donde empezaron a utilizarse por primera vez las siglas CCN en ese momento, significando Centro Comercial Nacional. “Yo tomaba por instinto”, dice.
La librería
Uno de esos instintos fue convencerse de adquirir una librería que estaba por cerrar, la rescató y hoy es “Cuesta Libros”. Dice que no la ve como un negocio, sino como un centro de culto al conocimiento, fomentándolo entre asociados y clientes.