Dr. Isaías Ramos
Tristemente vivimos en un momento en que solo nos queda advertir al pueblo dominicano de las intenciones malsanas y malvadas de esta clase política que planifica destruir los cimientos que le dieron origen a nuestra nacionalidad. Así, borrando todos los derechos consagrados en nuestra constitución para terminar de adueñarse de los recursos naturales y económicos de la nación.
En tanto, ellos entretienen a la población con populismo y demagogia de “pan y circo”, como es la convocatoria de un “pacto migratorio”, convocando a reuniones que no conducen a ningún puerto, y pretendiendo suplantar las leyes y la constitución con “pactos políticos”. Mientras tanto, ellos le dan curso a un anteproyecto de ley inconstitucional y violatorio a los derechos de acceso a recursos fundamentales para la especie humana, como es el agua.
Nuestra constitución en su artículo 15 sobre recursos hídricos es explícita: “El agua constituye patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescindible, inembargable y esencial para la vida. El consumo humano del agua tiene prioridad sobre cualquier otro uso. El Estado promoverá la elaboración e implementación de políticas efectivas para la protección de los recursos hídricos de la Nación.” El mandato es tan claro como el agua de manantial, y confirma que es un bien público e inalienable, en otras palabras, intransferible.
Sin embargo, esta élite viola todos los preceptos constitucionales, morales, sociales y patrióticos, enviando un proyecto de ley con la finalidad de entregar nuestros recursos hídricos a una élite económica insaciable que, como “señores feudales”, recibirán como trofeo ese bien fundamental para la subsistencia humana; Pretenden entregar este bien como un “derecho real” en manos privadas, otorgándole a sus titulares la facultad de ejercer un poder directo de usufructo, uso, derecho a hipotecar y hasta destruir nuestros recursos por hasta 40 años.
Es inaceptable esta pretensión, pues esto sería arriesgar hasta nuestra propia sobrevivencia, dándole el poder a una élite que no tiene rostro, alma, ni corazón, para ellos decidir quién tendrá acceso al agua, cuánto pagarle como tributo y hasta jurarle lealtad incondicional para poder disfrutar de un bien que es de todos.
Esta clase dominante que carece de una política pública integral para el manejo productivo de los recursos hídricos, y obvia las necesidades que la mayoría de la población sufre en carne propia por la falta de infraestructura y servicios adecuados. Lo único que parecen planificar es el robo del agua para encarecerla y luego lucrarse con esta desgracia para el pueblo.
En el Frente Cívico y Social vemos con mucha preocupación el actuar desmedido de esta élite política que, por su ceguera moral, viene a pasos agigantados hundiendo a este país en endeudamientos y contratos a largo plazo. Un ejemplo lo fue Congentrix y el peaje sombra. Esta elite además tiene una debilidad en su política exterior que mete miedo. Van destruyendo la base que hasta ahora nos ha sostenido como Nación y, por ende, agravando la miseria espiritual, social y económica de las presentes y futuras generaciones, dejando a la población sumida en el hambre y la ignorancia hasta un punto sin retorno.
Esa es una de las razones por la que, en pleno siglo 21, el 49% de la población carece de agua potable en sus hogares. Entre sus planes no está ejecutar un plan de reforestación en todas las cuencas hidrográficas de nuestro territorio; eso solo existe sus en palabras huecas de mentiras y engaños. En sus planes tampoco está el concientizar a la población para la protección y uso de ese preciado líquido y menos en crear las infraestructuras necesarias para su conservación y el uso responsable que lleve bienestar de toda la población.
Lamentablemente ese no es su fin, pues con el acceso al agua para toda la población estarían ante una población más libre e independiente y ese no es su objetivo, sino todo lo contrario. Pretenden encarecer este bien y este servicio para justificar medidas contrarias al estado de bienestar de la población y así crear un mercado hacia un lucro despiadado con el fin de beneficiar a los dueños del “Derecho real” contemplado en la nueva ley que ellos pretenden aprobar.
Por último les comento que hace más de una década que venimos trabajando con los ingenieros sin frontera del capítulo de la universidad de Harvard y es increíble que con dos cortas visitas anuales e insignificantes presupuestos, ya más 600 familias dominicas han cambiado sus vidas y hoy cuentan con agua potable en sus hogares. Cuando las buenas intenciones están cargadas de voluntad el mundo cambia, y este país tiene la oportunidad de transformar esta pesadilla por un porvenir lleno de bienestar, paz y justicia.