Un nuevo jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), un organismo estratégico para el Estado, fue nombrado por el Gobierno de Dina Boluarte, a menos de tres semanas de la designación de Juan Carlos Liendo O’Connor, quien deja el cargo en medio de diferencias con la mandataria.
El entrante director de la DINI, según una edición extraordinaria del Diario Oficial El Peruano, es Roger Arista Perea, un general retirado de la Policía Nacional de Perú (PNP). Su nombramiento aparece en la Resolución Suprema Nº 003-2023-PCM, suscrita por Boluarte y el jefe del Consejo de Ministros, Alberto Otárola.
Esta designación ha estado bajo la lupa de los medios de comunicación. El entrante director de la DINI ha sido señalado de tener una relación cercana con el líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, quien supuestamente habría movido piezas para que reemplazaran a Liendo O’Connor.
En marzo de 2022, Arista Perea fue designado como jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin), pero solo duró tres días allí. En esa oportunidad, renunció argumentando que había injerencias políticas que le impedían ejercer esa responsabilidad.
Pese a todo, su salida de la Digimin no fue algo extraordinario, ya que en una sola semana, ese organismo –considerado como la "élite de la inteligencia policial"– tuvo tres directores.
¿Quién es Arista Perea?
El entrante jefe de la DINI estuvo durante más de 20 años en la Policía. Allí ocupó varios cargos entre los que se destacan las direcciones contra el Terrorismo; contra la Corrupción y la de Asesoramiento al Alto Mando Policial, recoge La República.
Además, fue agregado policial en Bolivia y trabajó en el Vraem, sigla de la zona geopolítica peruana conformada por diez provincias que atraviesan el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, donde existen altos niveles de pobreza y desnutrición infantil.
Del mismo modo, en enero de 2021, fue juramentado como jefe de la VI Macro Región Policial Junín–Huancavelica.
Arista Perea, graduado de abogado y de contador público, también es autor de los libros: 'Los siete obstáculos del desarrollo integral y sostenible del país', 'Departamento de Amazonas: oportunidades y amenazas', y 'Precursor Toribio Rodríguez de Mendoza. Crónica biográfica. Pensamiento y acción'.
¿Una relación de cercanía con Cerrón?
Frente a este nueva pieza de Boluarte en ese organismo estratégico para la nación, la prensa rápidamente ha escudriñado los posibles vínculos del recién nombrado con Perú Libre.
Arista Perea es señalado de supuestamente haber favorecido a Cerrón, investigado por la Fiscalía peruana en el caso de 'Los Dinámicos del Centro', un grupo que operaba en el departamento de Junín y que presuntamente realizaba lavado de activos. Según afirma El Correo, sin presentar alguna prueba, esto habría ocurrido mientras estuvo al frente de la Macro Región Policial Junín–Huancavelica.
Ante estas afirmaciones, el presidente del Consejo de Ministros desmintió que existiera un nexo de cualquier tipo entre ambos.
"No hay ninguna relación ni cercana ni lejana del jefe de la DINI con Cerrón o con Perú Libre. Sabemos que trabajó en Junín y que fue reconocido como general del pueblo", difundió La República.
Otárola también negó la información que circulaba en los medios sobre la supuesta influencia que habría tenido el exgobernador de Junín para propiciar la salida de Liendo O’Connor y la entrada de Arista Perea.
Estas especulaciones surgen porque en diciembre pasado, tras el nombramiento del ahora exjefe de Inteligencia, Cerrón escribió en su cuenta de Twitter que el gabinete de Boluarte era "totalmente fujimorista", al igual que la DINI.
Por otro lado, el primer ministro cortó toda posibilidad de relación entre Arista Perea y Perú Libre, al asegurar que fue dado de baja de la Policía durante la gestión de Castillo y "cuando fue propuesto en un alto cargo del Ministerio del Interior, se negó tras recibir presiones por protecciones a personas que estaba perseguidas por la Justicia".
¿Por qué salió O’Connor?
Si bien la controversia sobre el nuevo cargo de Arista Perea comenzó sin que haya terminado de posesionarse, esta no solapa la polémica que propició la salida de su predecesor.
Las cosas entre Liendo O’Connor y Boluarte no terminaron bien. La presidenta lo responsabilizó de estar "sesgando la información" que le daba al Gobierno, además de "querer llamar a todas las personas que salen a las manifestaciones como terroristas" cuando "no lo son", según una entrevista que le hizo RPP.
"No podemos generalizar a todos como terroristas, hay que tener sumo cuidado", agregó.
Según lo que dijo, Liendo O’Connor le proporcionaba una información "dirigida más a una de carácter exterior y no interior", que era más necesaria "para atender de manera responsable el tema de la violencia".
Entre las funciones de la DINI se encuentra la de facilitarle al Ejecutivo información estratégica para que pueda tomar acciones que garanticen el respeto de los derechos humanos, la defensa de la soberanía, y la protección de la población ante las amenazas internas y externas.
Las afirmaciones polémicas sobre las protestas, que piden la dimisión de Boluarte y rechazan la detención de Castillo, las habría hecho Liendo O’Connor antes de estar al frente de la DINI. Según su punto de vista, las manifestaciones donde se presentaban bloqueos de las vías y disturbios tenían un "objetivo político" que no era otro que la "insurgencia terrorista".
En medio de la delicada situación política y social que llegó a su máximo nivel con la salida de Castillo, se realizaron movilizaciones en varias ciudades, que hasta ese momento habían dejado por lo menos 20 personas muertas.
Liendo O’Connor relacionó a una parte de los manifestantes con integrantes de grupos armados terroristas, una estigmatización comúnmente hecha por la derecha peruana contra los seguidores y miembros de movimientos y partidos de izquierda.
El llamado 'terruqueo', presente durante la campaña electoral de Castillo y su paso por la presidencia, tuvo como consecuencia la destitución de altos funcionarios de su Administración que fueron acusados por los medios de mantener relaciones con el terrorismo, como una estrategia para intentar garantizar la gobernabilidad.