La asistencia militar a Ucrania ha caído a niveles alarmantes durante el verano de 2025. Según un informe del Kiel Institute for the World Economy, los países europeos redujeron sus asignaciones militares en un 57 % respecto al primer semestre del año, con apenas 1.900 millones de euros (2.200 millones de dólares) mensuales destinados al esfuerzo bélico de Kiev.
Si se considera el total de la ayuda —incluyendo donantes no europeos—, la disminución mensual asciende al 43 %, lo que marca el mayor descenso registrado desde el inicio de la guerra en 2022.
La fatiga europea
La caída se produce a pesar de la puesta en marcha del programa PURL (Priority Ukraine Requirements List), mediante el cual Estados Unidos vende armas a sus aliados europeos para que estos las transfieran a Ucrania. Sin embargo, el impulso inicial se ha desvanecido.
El Kiel Institute advierte que, tras la pausa de Washington en el anuncio de nuevos paquetes de ayuda a inicios de 2025, Europa asumió temporalmente un rol protagónico, pero su capacidad para mantener el ritmo se ha debilitado.
“La disminución de la ayuda militar en julio y agosto es sorprendente. Lo crucial ahora es cómo evolucionen las cifras en otoño”, señaló Christoph Trebesch, director de investigación del instituto.
“Faltan recursos, sobran promesas”
La alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, reconoció los retrasos y carencias en los suministros militares.
“En cuanto a la iniciativa de municiones de dos millones de cartuchos, todavía nos faltan unos 300.000”, admitió.
Kallas instó a los Estados miembros a reasignar fondos o aportar más medios materiales, mientras varios gobiernos enfrentan presiones internas y presupuestos limitados tras más de tres años de conflicto.
El diario suizo Neue Zürcher Zeitung fue aún más contundente en su análisis:
“A pesar de las grandes promesas de Europa, la ayuda a Ucrania se derrumba. Solo unos pocos países siguen aportando ayuda; el resto son tacaños o simplemente no tienen nada que dar”.
Crisis de voluntad y de producción
Expertos citados por el estudio señalan que la capacidad industrial de defensa europea no logra responder al ritmo de consumo del conflicto.
Muchos países carecen de las tecnologías necesarias o de fábricas capaces de producir municiones y sistemas de armas a gran escala.
La “fatiga estratégica” se hace evidente: mientras la economía de la región enfrenta inflación, altos costos energéticos y desgaste político, el apoyo público a la guerra se reduce y los gobiernos moderan sus compromisos.
En este contexto, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha intensificado sus llamados a los aliados para mantener la ayuda, advirtiendo que “sin apoyo sostenido, Ucrania corre el riesgo de perder terreno y moral”.
Sin embargo, el mensaje enfrenta un nuevo obstáculo: la percepción de que la guerra se ha estancado y que Europa ya no puede —ni quiere— sostener indefinidamente el costo del conflicto.
Europa ante su propio límite
El informe del Kiel Institute pone de relieve una tendencia que podría definir el futuro de la guerra: una Europa más cauta, fragmentada y agotada, entre su compromiso moral con Ucrania y las restricciones políticas y económicas de su propia supervivencia.
Lo que comenzó como un consenso férreo en defensa de Kiev, hoy se desdibuja entre los cálculos presupuestarios y las tensiones internas.
La pregunta que muchos analistas se hacen es si este descenso marcará el inicio del fin del apoyo militar europeo, o simplemente una pausa forzada por la realidad.