Velas y mensajes se han colocado a los pies de la estatua del difunto Papa Juan Pablo II afuera del Hospital Agostino Gemelli, en Roma, donde el Papa Francisco permanece internado en estado crítico. A sus 88 años, el sumo pontífice enfrenta una complicada infección pulmonar que ha derivado en las primeras etapas de una insuficiencia renal, según informes del Vaticano.
El Vaticano confirmó que Francisco pasó una noche tranquila y sigue recibiendo tratamiento médico, sin necesidad de alimentación artificial o líquida. Sin embargo, los análisis de sangre han revelado insuficiencia renal temprana, aunque bajo control.
Los médicos han indicado que su pronóstico es reservado y que la principal amenaza que enfrenta es la sepsis, una infección grave en la sangre que puede ser una complicación de la neumonía. Hasta el momento, los reportes oficiales no han señalado signos de esta condición.
Preocupación entre los fieles y líderes religiosos
El estado de salud del papa ha generado gran preocupación entre la comunidad católica. En Nueva York, el cardenal Timothy Dolan expresó que los fieles están unidos “junto al lecho de un padre moribundo”. En su homilía del domingo en la catedral de San Patricio, Dolan reconoció la gravedad de la situación, aunque posteriormente manifestó su esperanza de que Francisco se recupere.
Mientras tanto, la incertidumbre sobre el futuro del pontificado ha revivido el debate sobre qué sucedería si el papa se volviera inconsciente o incapaz de continuar con su labor. También han resurgido especulaciones sobre una posible renuncia, aunque no hay declaraciones oficiales al respecto.
Esta hospitalización es la más prolongada de Francisco desde su ingreso en 2021, cuando permaneció diez días en el mismo hospital tras una cirugía intestinal. La Iglesia y millones de fieles en todo el mundo continúan en oración por su pronta recuperación.