La decisión de Occidente de imponer un tope a los precios del petróleo y gas rusos "no conducirá a nada bueno", comentó este jueves el presidente de Rusia, Vladímir Putin.
Al respecto, el mandatario dijo que Moscú continúa vendiendo crudo al precio similar establecido por la Unión Europea, y manifestó que su objetivo es claro: "limitar los ingresos del presupuesto ruso".
"No perdemos nada. El tope de precios no nos provoca pérdidas. Pero ese no el caso. Están tratando de introducir nuevas herramientas que no son inherentes a la economía en el sector energético mundial", denunció.
"El consumidor-comprador está tratando de introducir nuevos instrumentos que no tienen nada que ver con la regulación del mercado", agregó.
"Decisiones poco profesionales"
"A veces nuestros 'socios' me sorprenden con sus decisiones poco profesionales, porque en su momento, precisamente la Comisión Europea nos impuso la transición hacia la así llamada formación de precios de mercado, los precios bursátiles del gas. Yo personalmente intenté persuadirlos de que no lo hagan, porque el mercado gasífero no funciona así, que eso conduciría a que los precios se disparen. Es justamente lo que ha pasado y ahora ellos no saben cómo salir de esto, por lo que intentan regular los precios de los hidrocarburos", sostuvo.
Asimismo, adelantó que a inicios de la siguiente semana firmará un decreto sobre las medidas de represalia a las decisiones de Occidente sobre los límites a los hidrocarburos.
En este sentido, añadió que limitar los precios de los hidrocarburos es un retroceso al colonialismo, y afirmó que "EE.UU. está acostumbrado al saqueo". El jefe de Estado advirtió también que si Occidente viola los contratos firmados para el suministro de gas, Moscú estará en todo su derecho a negarse a cumplir con su parte de los acuerdos.
Por otro lado, señaló que detrás de los sabotajes contra los gasoductos rusos Nord Stream en el mar Báltico están quienes se benefician con el transporte del hidrocarburo a través de Ucrania. Durante su intervención, el líder ruso calificó los sabotajes como un "terrorismo de Estado", debido a que por su magnitud, esas operaciones no pudieron llevarse a cabo sin el apoyo gubernamental.