Donald Trump vuelve a ocupar el centro del escenario geopolítico global. En una rueda de prensa tras su reunión con el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente de Estados Unidos anunció una nueva y breve cuenta regresiva para la resolución del conflicto en Ucrania.
“Voy a fijar una nueva fecha límite de unos 10 o 12 días a partir de hoy. No hay razón para esperar”, declaró Trump, visiblemente frustrado por la falta de avances diplomáticos con Moscú. Aseguró que ha intentado ser “generoso”, pero que la paciencia se le está agotando.
Aunque reconoció haber tenido una “excelente relación” con el presidente Vladímir Putin en el pasado, Trump lamentó que las negociaciones para un alto el fuego hayan fracasado en al menos tres ocasiones. “Nunca pensé que esto pasaría. Pensé que podríamos negociar algo”, confesó.
Sanciones secundarias y presión comercial
El mandatario no solo lanzó amenazas diplomáticas, sino también económicas. Expresó su disposición a imponer sanciones secundarias a Rusia, que afectarían a cualquier país que mantenga relaciones comerciales con Moscú. Esta medida radical ya había sido sugerida a mediados de julio, cuando Trump prometió aranceles del 100 % a quienes comercien con el gigante euroasiático si no se lograba un acuerdo de paz en 50 días.
A pesar del tono agresivo, Trump intentó matizar: “No quiero hacerle eso a Rusia. Amo a los rusos. Son gente maravillosa”. También mostró interés comercial en las tierras raras rusas, reconociendo su valor estratégico en el mercado global.
La reacción del Kremlin
Desde Moscú, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó las declaraciones como contraproducentes. “Estas decisiones son percibidas por Ucrania no como una señal de paz, sino como una señal para continuar el conflicto”, señaló. Añadió que Moscú sigue abierto al diálogo, pero que no ha recibido ninguna propuesta seria por parte de Kiev.
Con esta nueva cuenta regresiva, Trump refuerza su perfil de líder pragmático, pero también impredecible, mientras se intensifica el pulso entre las potencias en plena campaña electoral estadounidense.
La gran pregunta sigue siendo: ¿aceptará Moscú el ultimátum o escalará aún más la confrontación?