Tegucigalpa. La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, advirtió este lunes que podría reconsiderar la presencia de bases militares estadounidenses en el país si la administración del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, lleva a cabo una deportación masiva de migrantes hondureños.
En declaraciones recogidas por medios locales, Castro señaló:
"Tendríamos que considerar un cambio en nuestras políticas de cooperación con EE.UU., especialmente en el campo militar, en el que sin pagar un centavo por décadas mantienen bases militares en nuestro territorio, que en este caso perderían toda la razón de existir en Honduras".
El papel de la base militar en Honduras
La Base Aérea Soto Cano, ubicada en Comayagua, alberga la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo, una unidad compuesta por más de 500 soldados estadounidenses y un número similar de civiles hondureños y estadounidenses. Esta base ha estado operativa desde 1982 y es clave para las operaciones militares y de ayuda humanitaria de EE.UU. en la región.
Migrantes hondureños: un pilar económico
Honduras tiene más de un millón de ciudadanos residiendo en EE.UU., de los cuales alrededor de 280.000 enfrentan procesos de deportación, según cifras oficiales. Las remesas provenientes de los hondureños en el exterior constituyen el 25 % del PIB del país, con un 90 % enviadas desde EE.UU..
Castro enfatizó la importancia de los migrantes hondureños, quienes, según sus palabras, representan un "gran aporte a la economía norteamericana", y llamó a la futura administración Trump a mantener un diálogo "constructivo y amistoso" en lugar de tomar "represalias innecesarias".
Impacto en las relaciones bilaterales
El posible cierre de la base militar sería un golpe significativo para la cooperación militar entre Honduras y EE.UU., alterando una relación estratégica que ha perdurado por más de cuatro décadas. Este anuncio llega en un momento en que la región observa con atención el regreso de Trump a la Casa Blanca y su impacto en América Latina.