La renuncia de Bashar al Assad y la toma de Damasco por las fuerzas opositoras el pasado domingo marcan un punto de inflexión en el conflicto sirio, un enfrentamiento que ha sacudido a Oriente Medio durante más de una década. Según Murad Sadygzade, presidente del Centro de Estudios de Oriente Medio de Moscú, esta caída no es un evento aislado, sino el resultado de una combinación de factores internos y externos que aceleraron el colapso del gobierno.
Factores internos
Sadygzade destaca que Siria enfrentó años de guerra, desigualdad económica y corrupción, que agotaron tanto al gobierno como a la sociedad. La incapacidad para llegar a acuerdos y el deterioro de las instituciones contribuyeron al debilitamiento del régimen. "La sociedad siria, desgastada y profundamente fracturada, se volvió incapaz de sostener al gobierno central", explica el analista.
Intervenciones externas y conflictos de poder
El conflicto sirio ha sido un terreno de disputa para potencias globales y regionales. Estados Unidos y sus aliados han respaldado a los grupos rebeldes, en un aparente esfuerzo por disminuir la influencia rusa e iraní en la región. Rusia, como aliado clave de Al Assad, se encuentra ahora en una posición comprometida, mientras que Irán enfrenta una pérdida significativa de poder estratégico debido a la interrupción de sus cadenas de suministro hacia Hezbolá y otros grupos aliados.
Israel, por su parte, ha aprovechado la crisis para ampliar su zona de influencia en el sur de Siria, consolidando su posición estratégica frente a un debilitado Irán. Turquía también celebra el cambio de poder y ha anunciado su apoyo a la oposición siria, con miras a reforzar su influencia regional.
¿Qué viene después?
La caída de Al Assad no garantiza estabilidad para Siria. Sadygzade advierte que el país podría enfrentarse a un destino similar al de Libia, donde la ausencia de un liderazgo fuerte tras el derrocamiento de Gaddafi llevó a un caos prolongado y conflictos internos.
Además, el reciente debilitamiento de Irán podría alentar a Israel a intensificar sus acciones en la región, generando una nueva fase de tensiones militares. "Siria se encuentra atrapada entre sus propios errores y las ambiciones de actores externos, y su pueblo sigue siendo un peón en un juego de poder y recursos", concluye el experto.