En los actuales momentos, donde impera una cultura hedonista, con un marcado individualismo, una abismal desigualdad social, las más variadas formas de corrupción y una creciente intolerancia unida, está la intención de querer aplastar a todo aquel que se oponga a estas nuevas culturas del libertinaje y la desvergüenza.
La sociedad que esta clase política presenta como digna de admiración es la de aquellos modelos de hombres y mujeres “exitosos”, que han vivido una vida apartada de la realidad que le toca vivir a los mortales, que con su esfuerzo y perseverancia han logrado metas y proyectos positivos para la sociedad.
El paradigma de revista a la cual hoy se resalta, es a políticos que todos sabemos, entraron a trabajar al Estado con una mano adelante y otra atrás y hoy se perfilan como “exitosos” empresarios, algunos con sumas según datos del gobierno estadounidense que sobrepasan los mil ochocientos millones de dólares, que en pesos significaría el presupuesto de todo un año para nuestras Fuerzas Amadas y la Policía Nacional.
Esa aceptación del traspaso de una ética filosófica a una ética relativa, donde lo malo se convierte en “bueno” y lo bueno se convierte en “malo”, ha venido destruyendo los cimientos que le dieron origen a nuestra patria.
Como resultado, tenemos una sociedad carente de entendimiento, discernimiento, coraje y valor, para enfrentar este enorme desafío que se nos presenta; muchas excusas como “demasiado difícil” para cambiar el destino o “toda irá de mal en peor”.
Esas son algunas de las justificaciones que acallan nuestra conciencia.
Nada más derrotista que dejar de ser luz para darle paso libre a las tinieblas. La falta de coherencia y la poca lealtad a los principios y valores nos lleva a esas grandes contradicciones.
Esta semana vimos cómo un espectáculo que representa los antivalores de nuestra identidad, llenò el Estadio Olímpico y grandes y elocuentes personajes, “representantes” de nuestros principios y valores, criticaban a esas masas que asistieron al mencionado evento.
Sin embargo, esos mismos son los que apoyan y distinguen a la clase política corrupta que se encargó de manera sutil de que esa perversión arropara todo el territorio nacional.
Ese doble rasero ha hecho mucho daño a nuestro pueblo, pues si es cierto que en este espectáculo se violaron leyes y reglamentos, como la ley 1951 y el reglamento 824, faltando el respeto a las buenas costumbres y a las normas y principios establecidos, no es menos cierto que esta clase política cada día se burla del pueblo irrespetando la Constitución y las leyes, pues han robado, saqueado y endeudado al pueblo y todavía para algunos son grandes señores que quieren volver a llevar al poder para que continúen su espectáculo, el cual empobrece y condena a la miseria a la mayoría de la población.
Dejemos a un lado esa doble moral, pues nunca hemos visto a la mentira y a la verdad darse un abrazo y menos hemos visto luz donde reinan las tinieblas.
Solo si estamos dispuestos a discernir entre luz y loscuridad, y entre mentira y verdad, lograremos salvaguardar los principios que rigen en lo más puro de nuestra bandera, nuestro escudo “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre”.
No confundamos los valores de la libertad con el libertinaje.
La libertad contiene el concepto de deber, concepto de regla y normas que todo ciudadano debe cumplir.
Juntos debemos trabajar para que ese sol de justicia nos ilumine a todos por igual y podamos rescatar a este pueblo de la iniquidad e inequidad a que ha sido sometido.
¡RD sí puede!