En un acontecimiento sin precedentes que marca un punto de inflexión en las relaciones diplomáticas de América Latina, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, liderada por Alicia Bárcena, ha anunciado la suspensión inmediata de las relaciones diplomáticas con Ecuador. Esta decisión responde a un incidente calificado por México como una “grave y flagrante violación” de la Convención de Viena, tras la irrupción policial en su embajada en Quito.
La canciller Bárcena describió el incidente como “insólito, inadmisible e indignante“, subrayando que ni durante los periodos más turbulentos de la historia reciente de América Latina, incluyendo las dictaduras de Chile y Uruguay, se había presenciado una situación similar. La escalada llega tras la declaración de la embajadora mexicana en Ecuador, Raquel Serur, como persona non grata de manera abrupta y sin previo aviso, en un movimiento que la diplomacia mexicana considera reflejo de la inexperiencia de su contraparte ecuatoriana.
La serie de medidas anunciadas por México en respuesta incluye, además de la suspensión de las relaciones diplomáticas, la retirada inmediata del personal diplomático mexicano de Ecuador y el recurso a la Corte Internacional de Justicia para denunciar las acciones de Ecuador.
Este conflicto surge en el contexto de tensiones previas, exacerbadas por el otorgamiento de asilo político por México a Glas, figura política de Ecuador, lo que derivó en una respuesta agresiva por parte del gobierno ecuatoriano, culminando en la captura de Glas mediante una operación policial en la Embajada mexicana.
La Secretaría General de la OEA ha reiterado la importancia de adherirse a las normas internacionales que regulan las relaciones diplomáticas, enfatizando el respeto a la inviolabilidad de las misiones diplomáticas como piedra angular para la convivencia pacífica entre las naciones.
Este incidente no solo representa un momento crítico en las relaciones entre México y Ecuador, sino que también plantea serias preguntas sobre el respeto a las normativas internacionales que gobiernan las relaciones diplomáticas. La comunidad internacional, representada en este caso por la OEA, ha sido llamada a reafirmar su compromiso con los principios de soberanía, solución pacífica de controversias y respeto a la inviolabilidad de las misiones diplomáticas, fundamentales para la coexistencia pacífica entre los Estados.