Dr. Isaías Ramos
En 1996, en nuestro país se celebraron unas elecciones presidenciales que despertaron grandes expectativas y esperanza en la población, pues surgió una renovación de los actores políticos donde la sangre nueva competía con la vieja, como naturalmente el proceso biológico de la vida requiere un relevo. En aquel momento, un joven logró conectar con una parte importante de la población y obtuvo la bendición de los dos principales líderes del sistema político.
El primer año de su gobierno generó esperanza en la población, que soñaba con lograr cambios en la sociedad para avanzar hacia un desarrollo inclusivo. Lamentablemente, sucedió lo menos esperado. A partir de 1996, se estableció un sistema económico neoliberal puro, duro y salvaje. El orden moral que aún prevalecía fue sustituido por el orden material, donde las personas pierden su lugar utilitario en la agrupación y, por tanto, su sentido del deber respecto a los demás.
Bajo ese pensamiento de que "cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón", comenzó la descomposición de la sociedad. Para establecer esa "dictadura clientelar" que hoy disfrutamos, primero había que crear miseria e ignorancia, romper la dignidad humana de la población y así generar masas desorientadas y pasmadas que no saben adónde van ni cómo reaccionar. El fin es convertirlos en zombis y tontos útiles. Recordemos que uno de sus primeros planes fue el Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEME) con el fin de "corromper para no matar".
El no brindar educación de calidad, salud eficiente, servicios de electricidad sostenible, servicio de agua potable universal, acceso a viviendas confortables, seguridad ciudadana, seguridad jurídica e igualdad ante la ley y las oportunidades, nunca estuvo en sus planes.
Han pasado más de dos décadas y media, y no han resuelto ninguna de estas necesidades fundamentales que requiere cualquier sociedad para avanzar. Sin embargo, han logrado endeudar al país con una cantidad de dinero que podría haber resuelto y solucionado todos esos problemas estructurales que padecemos, para tres Repúblicas Dominicanas, y además impulsar el aparato productivo nacional para que hoy fuéramos una potencia económica.
Ahora, lo que sí debemos reconocer es que son muy buenos competidores para robar, saquear y endeudar al país. Desde el momento en que les toca gobernar, con el afán de acumular riquezas, se vuelven capaces de cualquier proceder a costa de la salud, la educación, la seguridad y el hambre y la miseria del pueblo.
Los casos que hoy se debaten en la justicia son apenas la punta del iceberg de algunas de las barbaridades que esta generación de politiqueros ha sido capaz de hacerle al pueblo dominicano. Bajo un sistema judicial secuestrado por ellos y que, hasta ahora, les brinda impunidad para seguir robando y también para ofrecer pan y circo cuando las circunstancias lo requieren.
Aunque por ahora sea pan y circo, este pueblo está despertando y estos acontecimientos son el preludio que comienza a quitarles sus sueños, mientras el pueblo va saliendo de ese adormecimiento.
Cuando un sistema tan corrompido como en el que vivimos ya no da más, intenta desesperadamente reinventarse para prolongar la miseria y el sufrimiento al pueblo. Esta etapa es muy peligrosa porque, en vez de purgar el sistema, lo intoxican con mayor corrupción, más saqueo y opresión, lo que muchas veces termina hundiendo a los países a un punto sin retorno. El momento propicio para purgar a este país está cerca y son las elecciones de 2024. Si este pueblo se empodera bajo un proyecto de nación que lo saque de esta peligrosa tormenta y le presenta un plan para guiarlo a un puerto seguro, estaremos a salvo. De lo contrario, si continuamos con esta clase de politiqueros, estaremos condenados a sufrir las mismas desgracias que a algunos pueblos vecinos les ha tocado vivir por siglos o décadas.
En el Frente Cívico y Social, creemos en este maravilloso pueblo que se ha enfrentado a grandes retos en su corta historia, y siempre que la población ha dicho presente, la victoria ha sido un hecho. Tenemos unas elecciones a la vuelta de la esquina y esta partidocracia no tiene nada que ofrecer al pueblo que no sean migajas de lo que le han robado al pueblo. ¡Ya basta! Llegó la hora de trabajar para establecer el orden social e institucional, hacer justicia social y judicial, y crear un sistema económico y político con igualdad de derechos y oportunidades para cada dominicano.
¡Despierta, RD!