Dr. Isaías Ramos
En nuestro país hablar del cumplimiento de la ley y el orden pareciera sinónimo de dictadura, pero a la vez se desprecia el caos y la inseguridad que estamos viviendo. Pareciera que vivimos en una disyuntiva auspiciada y propiciada de manera sutil por aquellos que siempre se han beneficiado del el desorden. Llaman democracia al “libertinaje”, a la impunidad “corrupción” y al narcotráfico “delincuencia callejera”
Esta situación ha llevado al pueblo en general y en especial a la clase trabajadora del país a vivir como prisioneros en sus hogares. La realidad es tan drástica en algunos lugares del país que cuando algún trabajador le toca salir de madrugada de sus casas o regresar en horario nocturno salen con la incertidumbre y el miedo de no poder regresar a sus hogares sanos y salvos. La población se ha acostumbrado a vivir como si fuera en una cárcel grande a voluntad propia para preservar la vida y sus bienes. La sociedad es víctima de un Estado que en derecho debería garantizar no solo la seguridad ciudadana sino también la decencia para una vida humanamente digna.
La semana pasada fué foco de atención para los organismos de los “derechos humanos” la puesta en marcha de lo que se ha denominado la cárcel más grande de América construída en El Salvador. Este organismo criticaba ese modelo de encerramiento al delincuente sin mirar los resultados positivos que ha tenido para la mayoría de la población, donde los niños, hombres y mujeres comienzan a respirar ese aire de libertad, paz y seguridad. Han recuperado la oportunidad que esos delincuentes le habían negado y que el Estado no le había garantizado por décadas de poder caminar por sus calles, caminos y veredas exentos de miedo, sin sobresalto, ni incertidumbre.
Es deplorable ver cómo una población de gente valiosa, trabajadora y honrada como es la mayoría del pueblo dominicano se ha convertido en víctima de una delincuencia de cuello blanco que le niega sus derechos y una delincuencia callejera que le quita sus sueños.
Es inadmisible acostumbrarse a vivir bajo esos parámetros que nos imponen unos gobernantes que no piensan en el bienestar de su pueblo y solo utilizan las instituciones públicas y las fuerzas del orden cuando sus intereses están en peligro o la población se revela ante tantas injusticias.
El presidente Nayib Bukele, ha demostrado que cuando existe la voluntad política de trabajar para el bienestar general, los logros son evidentes. Un país donde la tasa de homicidio era de la más alta del mundo con 105 homicidios por cada 100 mil habitantes en el 2015, ahora es de apenas 7.8 en el 2022. Es un paso de liberación importante para un pueblo que era preso de esas pandillas que no sólo representaban homicidios, sino también asaltos, secuestros, extorsión y narcotráfico. De un pueblo desesperanzado y sumido en el miedo y la incertidumbre, hoy es un pueblo con esperanza e ilusión de comenzar una vida llena de libertad, paz, bienestar y dignidad.
En el Frente Cívico y Social estamos convencidos que de continuar la población apoyando a una clase política que es más de lo mismo estaremos condenados a vivir víctima de nuestros opresores. La única vía de buscar esa libertad anhelada es empoderándose bajo un proyecto de nación donde el orden se establezca a través de un fervor patriótico con educación, concientización, disciplinando con coherencia y persistencia en valores y principios que le dieron origen a nuestra patria, aplicando la ley y el orden establecidos en nuestra Constitución.
DESPIERTA RD!