Dr. Isaías Ramos
En el corazón de nuestra nación, la Constitución se erige no solo como el pilar de nuestro sistema jurídico, sino también como el reflejo de nuestros valores más sagrados y aspiraciones colectivas. Sin embargo, la desconexión entre los ideales plasmados en este documento fundamental y la realidad política que vivimos es cada vez más palpable.
La élite política ha relegado nuestra Constitución a un segundo plano, tratándola como un simple trozo de papel lleno de promesas vacías y letras muertas. Esta indiferencia hacia el espíritu de nuestra ley suprema desafía el mandato educativo, cívico y social estipulado en el artículo 63, apartado 13, dejando a un lado la enseñanza de principios que deberían ser la brújula de nuestra sociedad.
Hoy, frente a la fragilidad de nuestra cohesión social y a la amenaza constante de perder nuestros principios y valores constitucionales, el llamado a la acción se vuelve más urgente que nunca. No podemos permitir que la indiferencia y el desinterés minen los cimientos de nuestra democracia.
La educación en formación social y cívica, la enseñanza de la Constitución y la promoción del amor patrio y los principios fundamentales para una convivencia pacífica deben ser las bases fundamentales en la formación de cada ciudadano dominicano.
El Tribunal Constitucional debe actuar no solo como árbitro sino también como promotor activo del respeto al orden constitucional y a los derechos fundamentales. Su misión trasciende la mera respuesta a litigios; debe ser una entidad proactiva, asegurando que las leyes y acciones gubernamentales reflejen el espíritu y la letra de nuestra Constitución.
Pero la responsabilidad no recae únicamente en las instituciones; cada dominicano, armado con el conocimiento y el respeto hacia nuestra Constitución, tiene el deber de convertirse en un defensor incansable de nuestra democracia y justicia.
Hoy, desde el Frente Cívico y Social (FCS), conscientes de lo que la élite política sería capaz de hacer y contando con leyes como la 1-24, violatoria a todas luces de nuestra Constitución y de nuestros derechos fundamentales, reiteramos nuestro llamado al pueblo para mantenerse firme y en pie de lucha, si esto fuese necesario, hasta que se restablezca el debido respeto a nuestra Carta Magna. También hacemos un llamamiento a los responsables de la aprobación de este atropello para que entren en cordura y contribuyan a restablecer el hilo constitucional democrático del derecho.
Confiamos en que triunfe la razón y que, en un futuro, nuestra Constitución no sea vista como un documento lejano y abstracto, sino como el alma viva de nuestra amada patria, cuyos principios guíen cada acción, decisión y política en nuestro país. Un futuro donde la enseñanza de nuestra ley suprema inunde las aulas, las plazas públicas y cada hogar, sembrando las semillas de justicia, equidad y solidaridad en el corazón de cada ciudadano.
En FCS estamos convencidos de que en estos tiempos, donde vientos huracanados pretenden afectar nuestros derechos, es el momento de actuar sin vacilación, de educar e inspirar, de comprometernos con el rescate de nuestra Constitución y con la construcción de un Estado Social y Democrático de Derecho. Solo así, los vientos del cambio, por más fuertes que sean, no podrán arrancar de raíz los principios y valores que nos definen como nación. Es nuestro deber, como dominicanos conscientes y regidos por los valores supremos de la dignidad humana y la justicia, asegurar que la Constitución sea el faro que guíe nuestro camino hacia un futuro más justo e inclusivo para todos.
¡Despierta, RD!