Dr. Isaías Ramos
Las páginas del calendario cambian, pero los ecos del dolor son atemporales. Este pasado sábado, al igual que aquel fatídico día en la villa de Moca en 1805, la tragedia volvió a asomarse en el horizonte. Las imágenes y los relatos de ambos días se mezclan en una danza de desesperación y angustia, recordándonos que la historia puede ser sorprendentemente cíclica.
El terror y la masacre causados por la organización terrorista Hamas se convierten en el espejo del tiempo, recordando el "Degüello de Moca”, donde en ambos episodios predominó el odio y el salvajismo de seres sin alma ni corazón.
Las escenas de estas horribles imágenes de lo ocurrido en Israel revivieron en mí el testimonio de Gaspar de Arredondo y Pichardo, testigo sobreviviente de aquel genocidio. Describe cómo la vida tranquila de aquella villa fue interrumpida abruptamente por los gritos desesperados y el sonido ensordecedor de sables chocando. Las tropas haitianas, como demonios desencadenados, entraron con una furia inimaginable. Blancos, mestizos y negros; todos eran igualmente vulnerables ante esta sed de sangre y ante esta ola de terror.
La iglesia mayor, refugio de la fe y la esperanza, se convirtió en el epicentro de la masacre. Mientras las oraciones ascendían al cielo buscando el auxilio divino, las tropas, con sables en mano, irrumpieron. El terror y el espanto se apoderaron de todos. Mujeres, niños y ancianos intentaban huir, sus gritos desesperados resonando en el aire. Las mujeres corrían tratando de encontrar refugio, pero eran perseguidas por los soldados, atrapadas en una danza mortal de horror.
Dentro del presbiterio, un acto de barbarie inigualable tuvo lugar: 40 niños, inocentes y aterrados, fueron brutalmente degollados, sus pequeños cuerpos dejados en un charco de sangre.
Cuando la esperanza parecía reavivarse entre aquellos que habían escapado momentáneamente, las tropas los reunieron. Estos desafortunados albergaron la esperanza de un posible indulto. Pero esta esperanza fue cruelmente destrozada cuando, en lugar de ser perdonados, fueron degollados uno tras otro, como ovejas sacrificadas en un matadero. El horror y la desolación se cernieron sobre la villa, dejando una huella imborrable de maldad y crueldad.
Esta narrativa de los hechos del “Degüello de Moca” parece describir el horror ocurrido este 6 de octubre, donde quienes participaban en un festival, más de tres mil jóvenes, enfrentaron el terror. Cientos de ellos fueron masacrados. Otros fueron llevados cautivos, quizás para nunca más regresar a sus hogares. Lo más impactante de esta masacre es lo sucedido en el Kibutz Kfar Asa, donde fueron hallados precisamente 40 niños, junto a cientos de cadáveres de civiles y militares. Estas cifras son similares a los hechos ocurridos aquel fatídico 3 de abril de 1805 en Moca.
Así como Israel enfrenta desafíos con organizaciones que amenazan su existencia, nuestra nación también se encuentra en una encrucijada. Confrontamos amenazas similares en nuestra región. Es esencial entender que, al igual que Israel con Hamas, tenemos retos con ciertos vecinos que, si no se abordan con firmeza y determinación, podrían desestabilizar nuestra paz y seguridad.
Es hora de unirnos como nación, aprender de nuestra historia y de las lecciones que Israel nos ofrece. Debemos estar alerta, reforzar nuestro compromiso con la paz y garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos. Recordemos que las amenazas no siempre son evidentes y, a veces, como el caballo de Troya, pueden estar ya entre nosotros. Sin embargo, también debemos recordar que tenemos la capacidad y la determinación para enfrentar cualquier desafío.
En el Frente Cívico y Social, reconocemos la importancia de actuar con sensatez y firmeza. Es esencial respetar nuestras leyes y trabajar juntos para construir un futuro donde prevalezca la paz y la seguridad. En el FCS proponemos un plan para nacionalizar la mano de obra y dar oportunidades a nuestros jóvenes, además de instaurar el servicio militar obligatorio. Es esencial prepararnos para construir el futuro que nuestros libertadores soñaron.
Hoy, al igual que en aquel trágico día en Moca y el reciente horror en Israel, es crucial recordar y actuar. El pasado y el presente nos llaman a la unidad y la acción.