El jueves, Perú inaugurará el megapuerto de Chancay, un proyecto ambicioso que lo convertirá en el principal centro logístico del Pacífico sudamericano y un eslabón clave en la Nueva Ruta de la Seda liderada por China. La ceremonia contará con la participación del presidente chino, Xi Jinping, marcando el impacto geopolítico y económico de esta infraestructura.
Ubicado a 80 kilómetros al norte de Lima, el megapuerto de Chancay es operado por Cosco Shipping Ports Limited (CSPL), que posee el 60 % de participación, y la peruana Volcan Compañía Minera, con el 40 %. Con una inversión inicial de 1.400 millones de dólares, que podría superar los 3.600 millones en fases posteriores, se espera que el puerto reciba los buques más grandes del mundo, con capacidad para hasta 24.000 contenedores.
La nueva infraestructura promete optimizar el tránsito de mercancías hacia y desde Asia, reduciendo los tiempos de transporte y, por ende, los costos logísticos. Gonzalo Rios, gerente de Cosco Shipping Ports Chancay Perú, comentó que el puerto permitirá "reducir el tiempo y el coste logístico", mejorando la competitividad de Perú en el comercio internacional.
El megapuerto contará con cuatro muelles, grúas especializadas y vehículos autónomos que operarán desde un sistema automatizado, asegurando una mayor eficiencia. Además, integrará un túnel subterráneo de 1,8 km para mejorar el flujo de transporte, un complejo de ingreso y una zona operativa portuaria. Se estima que su impacto económico alcanzará los 4.500 millones de dólares anuales, equivalentes al 1,8 % del PIB peruano.
El ministro de Producción, Sergio González Guerrero, destacó que el proyecto generará más de 8.500 empleos directos y facilitará el acceso de Perú al mercado Asia-Pacífico. "Las oportunidades del megapuerto harán que podamos dirigirnos al mercado de Asia-Pacífico, donde vive el 55 % de la población mundial", detalló.
El puerto también beneficiará a otros países como Chile, Ecuador y Colombia, permitiendo una redistribución más eficiente de cargas hacia China. Sin embargo, el proyecto ha suscitado preocupaciones sobre una posible pérdida de soberanía y control por parte de China. El ministro de Transportes, Raúl Pérez Reyes, desmintió estas afirmaciones, asegurando que el puerto es y seguirá siendo territorio peruano, diseñado exclusivamente para actividades comerciales y no militares.