Durante un discurso, Trump aseguró haber dado instrucciones al “Departamento de Guerra” —una denominación obsoleta desde 1949, cuando pasó a llamarse Departamento de Defensa— para comenzar los ensayos nucleares.
“Debido a los programas de pruebas de otros países, he ordenado al Departamento de Guerra que comience a probar nuestras armas nucleares en igualdad de condiciones. Ese proceso comenzará de inmediato”, afirmó.
El anuncio despertó inquietud internacional y confusión institucional, ya que las pruebas nucleares en EE.UU. no son competencia del Pentágono, sino del Departamento de Energía (DOE) y su Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA), responsables de la seguridad, mantenimiento y desarrollo del arsenal nuclear desde 1977.
De acuerdo con la estructura del gobierno estadounidense, la NNSA supervisa las pruebas nucleares y la integridad del arsenal. Antes de su creación, esa labor estaba a cargo de agencias civiles, y nunca del Departamento de Defensa.
Esto significa que, aunque el presidente pueda emitir una orden política, su implementación requiere coordinación interinstitucional y la aprobación del Congreso, lo que contradice la idea de una ejecución “inmediata”.
Según un informe del Servicio de Investigación del Congreso (CRS) publicado en agosto, EE.UU. necesitaría entre 24 y 36 meses para reanudar una prueba nuclear desde la orden presidencial, debido a la complejidad logística, técnica y diplomática que implica.
El documento cita el Manual de Asuntos Nucleares de 2020 del Departamento de Defensa, el cual establece que:
“Si surgiera una cuestión urgente relacionada con un arma que requiriera una prueba nuclear, se notificaría a los secretarios de Defensa y Energía, al presidente y al Congreso fuera del contexto del proceso de evaluación anual”.
Esto indica que, incluso bajo circunstancias excepcionales, la reactivación de los ensayos nucleares requeriría varios años de preparación, cumplimiento regulatorio y notificación al Congreso.
La última prueba nuclear estadounidense se realizó en 1992, tras lo cual el país adoptó una moratoria voluntaria que se mantiene vigente. Desde entonces, las evaluaciones del arsenal se realizan mediante simulaciones computacionales avanzadas y pruebas subcríticas que no implican detonaciones nucleares.
El anuncio de Trump llega tras recientes pruebas rusas del sistema Burevéstnik, aunque Moscú aclaró que no se trató de un ensayo nuclear. Pese a ello, el Kremlin advirtió que respondería “de manera simétrica” ante cualquier violación del equilibrio estratégico global.
Hasta ahora, no se ha especificado si Trump se refiere a una prueba nuclear real o a ensayos de armas convencionales con capacidad de portar ojivas nucleares.
 
			 
                                






 
                                

 
							 
							 
							 
							


 
							


 
							