El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, envió este domingo una carta abierta al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicada en The New York Times. El mensaje se da en medio de la tensión diplomática tras la decisión de Washington de imponer un arancel del 50 % a productos brasileños, medida que Lula calificó de “ilógica” y unilateral.
El mandatario acusó a la administración Trump de utilizar aranceles y la Ley Magnitsky para intentar dar impunidad al expresidente Jair Bolsonaro, condenado esta semana a 27 años y tres meses de prisión por liderar la intentona golpista de enero de 2023.
Defensa de la democracia y rechazo a la injerencia
Lula describió la condena a Bolsonaro como una decisión “histórica”, resultado de un debido proceso conforme a la Constitución de 1988. Rechazó las acusaciones de “cacería de brujas” y afirmó que las investigaciones revelaron incluso planes para asesinarlo a él, al vicepresidente y a un juez del Supremo.
Asimismo, defendió la autonomía del sistema judicial frente a las críticas de la Casa Blanca, al explicar que en Brasil todas las plataformas digitales, nacionales o extranjeras, deben cumplir las mismas leyes.
“Es deshonesto llamar censura a la regulación, especialmente cuando lo que está en juego es la protección de nuestras familias contra el fraude, la desinformación y el discurso de odio”, subrayó Lula.
Amazonía, comercio y soberanía
En la carta, Lula también destacó los avances de su gobierno en la protección de la Amazonía, asegurando que en los últimos dos años se ha reducido a la mitad la deforestación. Sin embargo, advirtió que sin la cooperación internacional para reducir emisiones, la región seguirá en riesgo.
Sobre el comercio bilateral, el mandatario recordó que casi el 75 % de las exportaciones estadounidenses a Brasil entran libres de aranceles, con un promedio del 2,7 %, por lo que calificó de “equivocada” la justificación de Trump de una “relación injusta”.
Finalmente, Lula llamó a preservar la relación histórica entre ambas naciones y reafirmó que la democracia y la soberanía de Brasil no están en juego:
“No existen diferencias ideológicas que impidan que dos Gobiernos colaboren en áreas donde comparten objetivos comunes”.