El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció el desarrollo del Corredor de Transporte Transártico, un megaproyecto estratégico que busca convertir la Ruta Marítima del Norte (RMN) en la columna vertebral de un sistema logístico global multimodal.
El plan conecta desde San Petersburgo hasta Vladivostok, atravesando los puertos árticos de Múrmansk y Arjángelsk, y enlazando con las cuencas de los ríos Obi, Yeniséi y Lena, lo que permitirá transferir mercancías de manera eficiente a trenes y otros medios de transporte.
La RMN, de 5,600 km, es la vía marítima más corta entre Europa y Asia. En la última década, su tráfico creció casi diez veces, alcanzando los 38 millones de toneladas y con proyecciones de entre 70 y 100 millones para 2030.
Un megaproyecto estratégico
Putin destacó que no se trata solo de abrir rutas, sino de crear un ecosistema de comercio con:
- Flota de rompehielos nucleares de nueva generación (única en el mundo).
- Expansión de la flota comercial ártica y buques auxiliares.
- Puertos del norte modernizados con automatización y soluciones ecológicas.
- Nuevas líneas ferroviarias árticas, que aliviarán el tráfico del Transiberiano y conectarán Siberia, Ural y el noroeste de Rusia con los puertos árticos.
Impacto internacional
El proyecto genera interés en transportistas internacionales, atraídos por el ahorro en costos y distancias en comparación con las rutas tradicionales vía Suez o Panamá.
De concretarse en su totalidad, el Corredor Transártico no solo transformaría la economía rusa, sino que reposicionaría el Ártico como un eje central del comercio global, alterando el equilibrio logístico y geopolítico del planeta.