El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes la restauración de la pena de muerte en el país a través de un decreto ejecutivo que instruye al fiscal general a garantizar el suministro de los medicamentos necesarios para las inyecciones letales. La medida busca reafirmar el uso de la pena capital como un "disuasivo esencial" contra crímenes violentos y como un mecanismo para "hacer justicia a las víctimas".
La orden, publicada en la página oficial de la Casa Blanca, también critica duramente las políticas de su predecesor, Joe Biden, quien había conmutado las sentencias de 37 de los 40 reos que esperaban su ejecución. Trump calificó a estos condenados como "violadores, abusadores de menores y asesinos más viles y sádicos", cuestionando la decisión de otorgarles cadena perpetua en lugar de la pena capital.
"La Constitución reconoce explícitamente la legalidad de la pena de muerte. Quienes la rechazan ignoran el derecho de las víctimas a una justicia adecuada", declaró el mandatario.
Ampliación de la pena de muerte
La nueva política ordena que la pena capital sea aplicada "en todos los casos compatibles con la ley aplicable", incluyendo delitos capitales cometidos por extranjeros que residen ilegalmente en el país y asesinatos de agentes de la ley. Esta disposición subraya el enfoque de Trump en endurecer las medidas contra la inmigración ilegal y en reforzar la protección hacia las fuerzas del orden.
Además, el decreto exige la revisión de las condiciones de reclusión de los 37 criminales que fueron condenados a cadena perpetua tras la conmutación de sus penas. "Debemos garantizar que estos delincuentes sean encarcelados en condiciones acordes con la monstruosidad de sus crímenes", afirmó el presidente.
Reacciones
La medida ha generado fuertes reacciones dentro y fuera del país. Los defensores de los derechos humanos han criticado la restauración de la pena de muerte, calificándola como una regresión en los avances hacia la abolición global de esta práctica. Por otro lado, los partidarios de la administración Trump han aplaudido la decisión como un paso necesario para combatir el crimen y proteger a los ciudadanos estadounidenses.
Mientras tanto, expertos legales y jurídicos han comenzado a analizar el impacto de esta política en el sistema judicial estadounidense, anticipando posibles impugnaciones legales en los próximos meses.