El ciclón Beryl ha dejado un rastro de destrucción en Texas, con numerosos fallecidos y miles de personas afectadas. La tormenta ha destruido viviendas, interrumpido servicios básicos y provocado evacuaciones masivas. Las autoridades locales y estatales están realizando intensas operaciones de rescate y recuperación. Este desastre natural resalta la vulnerabilidad de las comunidades ante fenómenos climáticos extremos y subraya la necesidad de una preparación y respuesta eficiente.
El ciclón tocó tierra con vientos máximos sostenidos de 150 mph, provocando marejadas ciclónicas y lluvias torrenciales que causaron inundaciones repentinas. Las áreas costeras han sido las más afectadas, con severos daños a la infraestructura y cortes de electricidad generalizados. Las escuelas y negocios permanecen cerrados, y los refugios están operando a plena capacidad para acoger a los desplazados.
En respuesta, el gobierno ha desplegado unidades de la Guardia Nacional y equipos de emergencia para asistir en las operaciones de rescate y brindar apoyo a las comunidades afectadas. Se han establecido centros de ayuda para distribuir alimentos, agua y suministros médicos a los damnificados.
Los meteorólogos advierten que, aunque Beryl se está debilitando, las lluvias persistentes y los vientos fuertes seguirán siendo un peligro en las próximas horas. La comunidad internacional también ha comenzado a ofrecer asistencia humanitaria y recursos para apoyar los esfuerzos de recuperación.