En su regreso al poder, Donald Trump ha dejado clara su postura hacia América Latina: una relación marcada por tensiones, amenazas y decisiones contundentes. En su discurso inaugural, el presidente estadounidense afirmó que “EE.UU. no necesita a América Latina, pero la región sí necesita a nuestro país”, estableciendo el tono para una política exterior sin concesiones.
Reconfigurando alianzas
El presidente argentino, Javier Milei, se posicionó como uno de los aliados clave de Trump en la región, asistiendo a su investidura y proponiendo avances en un tratado de libre comercio. Milei también sugirió que Argentina podría seguir los pasos de EE.UU. al retirarse del Acuerdo de París, una postura que ha generado controversia dentro y fuera del país sudamericano.
Por otro lado, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, reforzó su cooperación con Washington al reactivar un acuerdo de asilo que permitirá a EE.UU. deportar migrantes de terceros países al territorio salvadoreño. Esta colaboración contrasta con la postura crítica de otros líderes de la región.
Deportaciones y crisis diplomáticas
La declaración de emergencia nacional en la frontera con México ha llevado al despliegue de 1.500 soldados y a una ola de deportaciones masivas. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, reiteró su apoyo a los migrantes y pidió mantener el diálogo con la administración estadounidense, mientras que Brasil y Colombia presentaron quejas formales por el trato a sus ciudadanos deportados.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, enfrentó la amenaza de aranceles del 25 % a las exportaciones de su país, lo que finalmente lo llevó a aceptar las condiciones de Washington. Este episodio evidenció la fragilidad de las relaciones bilaterales y generó críticas por parte del Grupo de Puebla, que calificó las medidas como “inhumanas” e “ilegales”.
Sanciones y políticas agresivas
Trump también reavivó el debate sobre el Canal de Panamá, insinuando que EE.UU. buscará recuperar el control de esta infraestructura estratégica. Las autoridades panameñas respondieron denunciando las amenazas ante la ONU y reafirmando su soberanía.
En Cuba, el presidente estadounidense reincorporó a la isla a la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, manteniendo las sanciones económicas y aumentando la presión sobre el Gobierno de Miguel Díaz-Canel. Esta medida también afecta severamente sectores clave como el turismo y el comercio en la isla.
Además, Trump anunció que evalúa dejar de importar petróleo venezolano y ordenó intensificar las deportaciones de ciudadanos venezolanos vinculados a actividades delictivas. En respuesta, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), liderada por Honduras, convocó una reunión de emergencia para abordar la situación regional.